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Margarita se levantó más temprano de lo habitual, la invitación para acudir a la cabecera municipal para un festejo que la esposa del presidente les deseaba hacer a todas las madres, de ninguna manera la podía rechazar. Se apuró como nunca en sus quehaceres de la casa, y con un valor pocas veces expuesto le dijo a Rigoberto que por ese día él solo se tenía que dar de comer, que ella tenía una cita con la esposa del presidente municipal. Varias camionetas las llevarían y las traería una vez terminado el festival.

 

Mago se arregló lo mejor que pudo y espero frente a la iglesia la llegada de los carros, en brazos llevaba al más pequeño de sus hijos y de la mano a las dos niñas que cada día le costaba más trabajo controlar. El camino fue difícil por las travesuras sin fin de sus hijas, y cuando el coraje le llegaba como asalto de ultratumba, ella misma aseguraba que no tenía por qué enojarse dado que iba a su festejo por ser madre; tampoco le inquietó el no saber dónde dejar el pañal del niño pequeño, ni el tener que buscar lugares para que las niñas fueran al baño, no, se trataba de una fiesta para todas las madres.

 

Cuando llegó a las instalaciones del DIF, y supo que tenía que esperar casi una hora, hasta que llegaran todas las madres de la región, una pizca de miedo le llegó a su corazón, ¿y si pierdo una de las escuinclas?, entonces para no tener malos pensamientos decidió no perderlas de vista, y así cargando al más pequeño, y corriendo tras de las niñas ni cuenta se dio de que el mariachi ya había cantado las tradicionales mañanitas, o de que la primera dama junto con el c. presidente ya habían arribado al sagrado recinto.

 

Media hora después les dieron bocadillos con jamón, queso y pan bimbo, poco pudo comer porque lo primero era darles a sus hijos, y cuando quería probar un bocado, el refresco corrió por el piso impulsado por una de sus niñas, Mago nunca se desesperó, es más deseaba convencerse de que se trataba de un encuentro para celebrar su ser madre. Sus hijas habían comido bien, y bebido mucho refresco, una sonrisa blanca se abrió en su rostro, y mirándolas se sintió feliz.

 

Para el final llegó la rifa, muchos presentes entre los que destacaban : vasos, planchas, licuadoras y dos televisiones, le hicieron abrigar la esperanza de que hoy la suerte estaría con ella, y tratando de poner calma a su equipo que la acompañaba, quiso escuchar los números premiados. La voz del maestro de ceremonias se escuchaba clara, pero con mucha ansiedad Margarita se dio cuenta que no podía leer lo que decían, revisaba los números del papel que le habían dado, y a fuerza de ser sincera no los podía leer juntos. La ansiedad y la tristeza le golpearon como un vendaval sin control.

 

Como si el destino se ensañara con ella solo oía sin atinar si se trataba del de ella; una señora vecina de la banca regresó entusiasmada con una plancha nueva, Mago pensó que si su número no salía ella podría acercarse a la primera dama y pedirle a lo derecho un regalo, cargó a sus hijos, y a empujones y disculpas se puso frente a la mesa de honor, la Sra. Primera dama, imaginó que iba por su regalo porque su número había salido, y con un gesto de bondad política le regaló una plancha y un conjunto de platos. Margarita estaba contenta, se sentía feliz y cuando regresaba a su asiento empujando a sus latosos hijos, levantó la vista al cielo que ya obscurecía y se dijo a sus adentros: “qué bien se siente ser madre”.

 

Desde que RAFAEL ALDUCIN originario del municipio de Aljojuca Puebla dio origen a la celebración del 10 de mayo allá por los años treinta, solo se ha remarcado un fervor y una devoción apenas opacada por el 12 de diciembre. El 10 de mayo no es solo el DEBER de la celebración de la cabecita blanca, sino es la reivindicación de la cultura por la madre; palabra que por esas cosas de la vida nos ha servido de verbo y de sustantivo, de amenaza ( te voy a agarrar a madrazos), o de elogio (¡a toda madre¡), o de plano de un dejo de menoscabo y desaliento (¡no tienes madre¡ ¡qué poca madre¡). Sea en una o en otra forma a la madre se le respeta, y a veces con tanta intensidad que ella misma al serlo, pierde o se despoja de lo terrenal, de lo mundano, de lo sensual.

 

Los regalos en este mes de las madres, son –históricamente-para remarcar su vocación de servicio (como los políticos), desde una plancha hasta la lavadora para que ya no esté lavando a mano, y muy pocas veces se piensa en otro tipo de regalos, o en el revivir momentos de pasión intensa, o el de recorrer las brechas anchas de la noche con su olor de pecado. La mujer ha asimilado que una vez vuelta madre debe perder todo aquello que se acerque al erotismo, o a lo sensual, de hacerlo perdería el perfil de la cabecita blanca.

 

Seguramente el concepto de madre sustentado en el área de la biología ha predominado sobre cualquier otro aspecto. Dicen las voces callejeras, que la mujer solo se realiza cuando se vuelve madre, y que todas deben tener la vocación como un hecho innato de acurrucar a un recién nacido.
En el momento actual asistimos con beneplácito a una nueva generación de mujeres, que saben que la maternidad es también una vocación, y que bien pueden no responder a éste llamado, y no por eso dejar de ser MUJER CON CALIDAD, o que no deseen ser parejas de nadie en forma exclusiva, y no por eso aceptar la etiqueta de ser mujeres quedadas o lesbianas.

 

Más nos valdría que cada vez entendiéramos con más claridad el concepto de la vocación de ser padres, que con frecuencia se queda en el hecho de la concepción, y no en el soporte de vida que implica: criar, formar, acompañar y soltar. Algún día nos quedará claro que los hijos no son inversiones económicas al futuro, sino acontecimientos de amor que los padres elegimos.

 

Las mujeres de mayo son pues todas aquellas que saben sustentar su mes en el amor, pero sobre todo en la libre determinación de sus actos, y que aunque ya sean madres de varios hijos, saben abrir sus caminos del amor, de la pasión y del encanto.,
¡Mucho por las nuevas MADRES DE MAYO¡


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