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Dani Choza

El artículo pasado hablamos de la importancia de aprender a relajarnos y de que existen algunas herramientas para lograrlo. Hoy nos enfocaremos en la herramienta de la meditación.

¿Sabías que a través de la meditación puedes revertir los efectos de experiencia tóxica en la vida, ya sean emociones tóxicas, ambiente tóxico, hábitos tóxicos, sustancias tóxicas? La clave es experimentar silencio interior  y cuando experimentas silencio interior tu cuerpo regresa a su estado inicial y natural llamado homeostasis que significa auto reparación.

Es por eso que la ciencia ya ha estudiado y comprobado los beneficios físicos como la relajación física, alivio de malestares causados por tensión muscular (dolor de cabeza, dolores musculares y articulares), alivio de problemas gastrointestinales relacionados a estrés, respiración más lenta y profunda, mejor circulación de la sangre, mejor oxigenación de órganos y tejidos, ritmo cardiaco más lento, por lo tanto menos riesgo de problemas cardiacos, entre otros.

También existen los beneficios psicológicos en la autoestima, aumenta la seguridad y confianza en uno mismo, se reduce la depresión y la ansiedad, se logra una visión de la vida más optimista y centrada, se aprende a mantenerse estable frente a los problemas y obstáculos cotidianos, las personas se sienten más felices. Y por supuesto tenemos los beneficios espirituales que ocurren cuando meditamos: te conecta con la esencia de tu ser, desconectándote del ego; una profunda sensación de “pertenecer al todo”, una conexión con tu verdadera identidad, una profunda experiencia de bienestar, desapego de los problemas y circunstancias externas, estar centrado en uno mismo y una profunda sensación de amor.

El Dr. Brian Weiss, en su libro “El Secreto de los Sabios”, explica qué sucede cuando meditamos:
“La meditación le ayudará a dejar de pensar tanto y a viajar al pasado.

Se producirá una canción. Empezará a utilizar la mente que no usa. Verá, comprenderá. Y será más sabio. Entonces habrá paz. Nuestros corazones conocen  el camino de la felicidad y de la paz interior.

Prácticas espirituales como la meditación y la oración nos lo recuerdan.
Cuando nos olvidamos del mensaje de nuestro corazón y caemos en la rutina y en los baches de la vida, nos sentimos insatisfechos y desdichados.
Nos deprimimos y nos ponemos nerviosos.
Nuestra perspectiva está borrosa, hemos olvidado nuestro plan de vida, nos hemos perdido.
El remedio es sencillo. Dedique tiempo a recordar su divinidad, su naturaleza espiritual. Recuerde por qué está aquí. La meditación es una forma de despertar la memoria.
La meditación es el arte o la técnica de poner la mente en blanco para acallar la cháchara perpetua que normalmente llena nuestra conciencia.
En la tranquilidad de la mente silenciosa, la persona que medita empieza a ser observador, a alcanzar un nivel de alejamiento y con el tiempo, a darse cuenta de que existe un nivel de conciencia superior.
Al sacarnos de la rutina de nuestra conciencia diaria, la meditación nos sirve de recordatorio de lo que hemos aprendido sobre valores más elevados, mas espirituales. Meditar con regularidad, es recordar con regularidad. Vamos recordando nuestro plan de vida, lo que es importante para nosotros y lo que no es.
Sacar de la mente los miles de pensamientos que la llenan cada día requiere práctica y disciplina. Es importante tener paciencia y no sentirse frustrado al practicar. El éxito de la meditación no llega de un día para otro.”
Exacto, necesitamos disciplina y constancia para aprender a meditar y todos podemos lograrlo. No hace falta ser un gurú, un yogui o guía espiritual, ni sentarse en loto con las piernas como galleta “pretzel”.
Puede hacerse estando tumbado, sentado, en una silla o andando. El objetivo es dejar de pensar controladamente, observar y distanciarse, ser consciente de lo que sucede.
Esto me hace recordar a mi abuelo sentado en su silla mecedora  al aire libre casi todas las tardes, simplemente quieto mientras observaba los árboles, sus gallinas y perros, a sus hijos platicar y los nietos correr de aquí para allá, y ni siquiera hablaba, solo sonreía y observaba. Eso también es meditar.

Existen muchas técnicas de meditación como la visualización, la oración, la repetición de mantras, meditaciones guiadas y el seguimiento de la respiración.
Puedes encontrarlas en internet, en aplicaciones en tu celular,  en las librerías y en las tiendas de música. Solo es cuestión de que decidas hacerlo, puedes probar diferentes técnicas y ver cuál es la que más te atrae.

Hoy les dejo de regalo un escrito para una meditación guiada con afirmaciones positivas para la sanación del cuerpo.
Puedes grabarlo con tu propia voz en tu celular, o pedirle a alguien que te lo lea en voz alta.
Mientras, siéntate cómodo en una silla con espalda derecha, los pies en el piso y manos en tu regazo sin cruzar.
Empieza con unas respiraciones profundas. Inhala y exhala mientras prestas atención a la temperatura de tu cuerpo, al palpitar de tu corazón, al aire frío que entra por tu nariz y como sale templado al exhalar.

Ahora empieza a escuchar con atención y déjate llevar por la voz visualizando tu cuerpo lleno de una luz amarilla.

“Mi cuerpo está sano, feliz y en paz y yo también. La buena salud es mi derecho divino. Me abro a recibir todas las energías sanadoras del universo. Sé que cada célula de mi cuerpo es inteligente y conoce la manera de sanarse. Mi cuerpo está siempre trabajando para la salud perfecta. Ahora dejo marchar todo lo que me impide mi perfecta curación.
Aprendo nutrición y le doy a mi cuerpo alimentos sanos, buenos y completos.
Vigilo lo que pienso y solo tengo pensamientos sanos.
Libero, elimino y borro todos los pensamientos de odio, rencor, envidia, rabia, celos, miedo, autocompasión, vergüenza y culpa.
Perdono a todas las personas que creo que alguna vez me han hecho daño.
Me perdono por haber hecho daño a otras personas y no haberme amado más en el pasado. Amo mi cuerpo.
Envío amor a cada órgano, hueso, músculo, y en especial, a mis pulmones impregnando de amor cada una de sus células.
Agradezco a mi cuerpo la buena salud que he tenido en el pasado y acepto la curación y la buen salud aquí y ahora.”
Si no encuentras la manera de grabarlo o de que alguien lo lea para ti, puedes leértelo a ti mismo en voz alta de manera pausada.

Al finalizar, cierra tus ojos y visualiza la luz amarilla rodeando todo tu ser y quédate ahí unos minutos prestando atención a la sensación de tu cuerpo.
Sé que dejar la mente en blanco suena más sencillo de lo que realmente es y que cuesta trabajo. Así que solo te pido que lo intentes,  y que aunque no dejes la mente en blanco, por lo menos trates de dejar de controlar tu mente y dejar los pensamientos fluir delante de ti, sin detenerte en ninguno de ellos. Que este sea tu primer objetivo con la experiencia de la meditación. De corazón, espero que lo disfrutes.
Namasté,
Dani Choza


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