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Rubén Julián Rodríguez

Contra todo pronóstico, Enrique Peña Nieto tomó una importante decisión que con el tiempo se convierta quizá en una de las más trascendentales de su carrera política: el nombramiento de Eruviel Ávila Villegas como candidato al gobierno del estado de México rumbo a las elecciones de julio próximo. En primer término se manejó al Diputado Federal con licencia y ex secretario de finanzas del gobierno mexiquense Luis Videgaray Caso como el “elegido” para quedarse con la nominación, pero lamentablemente para él nunca logró posicionarse en los sondeos de opinión.

Ante esta circunstancia y como segunda opción, apareció el alcalde de Huixquilucan Alfredo del Mazo Masa, con un posicionamiento reflejado en altos índices de conocimiento, una muy alta probabilidad de triunfo y lo mejor de todo, cercano y de toda la confianza del gobernador, sin embargo, el único pero que al final resultó determinante para que Del Mazo no lograra la candidatura fue el hecho de estar ligado al llamado “Grupo Atlacomulco”.

Esta organización que en la realidad nunca ha sido aceptada por a quienes se les atribuye su liderazgo, tiene la consigna de ser un grupo muy selecto de políticos mexiquenses cuyo objetivo se centra en mantener en sus manos el control político de la entidad mexiquense, en otras palabras, dar el visto bueno a candidatos. Por consiguiente, en el caso del edil de Huixquilucan, fueron su abuelo y su padre Alfredo del Mazo Vélez y Alfredo del Mazo González respectivamente, quienes en algún momento gobernaron su estado y el hecho de que una tercera generación de la dinastía aspirara al cargo, traería consigo una serie de ataques que muy probablemente lo hubieran debilitado y por ende, comprometer la victoria de su partido.

Otro factor que contribuyó a la decisión de Peña Nieto fue el hecho de que prevaleciera la duda sobre la consolidación de la alianza entre PAN-PRD, que en caso de que se hubiere logrado combinándose con la nominación de del Mazo como candidato, las probabilidades del priísmo de salir bien librado de la contienda electoral serían en este momento casi nulas. Pero mientras los números confirmaban el buen posicionamiento de del Mazo, muy cerca de él y prácticamente en un empate técnico, aparecía otra figura de peso en el estado, el alcalde de Ecatepec Eruviel Ávila Villegas.

Algunos méritos que sin duda contribuyeron a su buen posicionamiento en los sondeos de opinión y al de estar en el ánimo de la gente, fueron el hecho de haber ganado en dos ocasiones la elección de Presidente Municipal de este lugar, y en ambos casos, participando como oposición. La primera vez le arrebató la demarcación al PAN y posteriormente al PRD, lo que sin duda deja ver que es querido por su gente. Confirma mi supuesto el que también en dos ocasiones haya logrado ganar la elección de Diputado Local, siendo en una de ellas Coordinador de su Grupo Parlamentario y Presidente de la Junta de Coordinación Política. La lectura de esta segunda parte, es que no solo mantuvo presencia en su municipio, sino que al haber sido Presidente del Congreso del Estado se le abrió la puerta para convertirse en figura política estatal agregando el hecho de haber coordinado a su fracción parlamentaria, lo cual le brindó poder y fortaleza al interior de su partido.

Otro factor que en mi particular punto de vista también fue analizado, valorado y tomado en cuenta a la hora de apostar por Ávila Villegas, lo fue el elemento cuantitativo que representa la población que gobernó durante casi 6 años.

El municipio de Ecatepec tiene de acuerdo al último censo reportado 1 millón 656 mil 107 habitantes, en contraste, la gobernada por del Mazo Masa, únicamente 242 mil 167 (32 mil habitantes menos que nuestro Tehuacán).

Si traducimos lo anterior a posibles votantes, claro está, que la diferencia es abismal. En fin, cual haya sido la razón para que el priísmo mexiquense le haya apostado al oriundo de Ecatepec, lo cierto es que esta decisión sorprendió a propios y extraños, principalmente a la oposición, para quien representó un duro golpe. EPN antepuso la razón a la imposición, demostró inteligencia y colmillo, sabe que el próximo 3 de julio se juega su futuro político que dicho sea de paso, como muy pocos o casi ningún político, lo tiene en sus propias manos.

Esta jugada repercutió y muy fuerte al interior del PAN y del PRD, tan sólo porque la alianza que parecía más que consumada y la que el propio Presidente Calderón ordenó impulsar, hoy ya no existe. Pero cuidado, en política jamás hay nada escrito, los priístas no se deben de confiar aunque a mi criterio han dado un paso importante que los acerca a obtener el resultado deseado. La izquierda PRD, PT y CONVERGENCIA lleva a un candidato fuerte, inteligente y prudente.

Alejandro Encinas dará mucha batalla, peleará de tu a tu con Eruviel Ávila y es muy probable que lleguen muy parejos al día de la elección. El PAN con Luis Felipe Bravo Mena seguramente armará una estrategia principalmente mediática que les permita meterse de lleno a la pelea, aunque tampoco sería descabellado pensar en una alianza de facto en la recta final de la campaña. Las cartas ya están sobre la mesa, sólo falta esperar que comience el juego y se definan estrategias.

Al tiempo….

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