Pastor Alfonso Herrera Lastra
La grieta en el diamante.
Se cuenta que hace mucho tiempo, cuando Irlanda estaba dividida en muchos reinos pequeños, existió un rey al que fuera de su reino nadie le conocía y por lo tanto de igual manera los súbditos pasaban desapercibidos, un reino sin importancia.
Un día el rey heredó un diamante excepcional, de una belleza incomparable.
El diamante lo había heredado un familiar que recién había fallecido. Era el mayor diamante jamás conocido. Quienes tenían la suerte de verlo quedaban asombrados ante tal belleza.
Obviamente los demás reyes al saber esto empezaron a fijarse en este rey y su reino, pues si poseía un diamante fuera de lo común podría tratarse de un gran rey.
El rey mandó a hacer una urna de cristal para que la gente que deseara pudiera admirar el diamante en su totalidad, naturalmente el diamante era custodiado por guardias reales fuertemente armados para evitar alguna sorpresa.
Era vigilado constantemente. Extrañamente tanto el rey como su reino prosperaban, el rey atribuía el éxito a aquel diamante maravilloso.
En una ocasión uno de los guardias sumamente nervioso solicitó audiencia con el rey. Temblaba como una hoja frente a su majestad, pues la noticia que estaba a punto de darle consideraba pondría en gran peligro la prosperidad del reino.
Se trataba de una grieta que había surgido justo en el centro de aquel diamante. El rey aterrorizado corrió a la urna para comprobar por si mismo aquella noticia y observar el deterioro de la joya. El diamante había sufrido una fisura en sus entrañas y el defecto era perfectamente visible hasta el exterior de aquella joya.
El rey convocó a todos los joyeros de su reino para pedir su opinión y consejo de que es lo que deberían hacer. Sólo escuchó malas noticias. Todos coincidían que, si intentaban subsanar el defecto, aquella maravilla perdería todo su valor y que, si intentaban partirla por la mitad y obtener dos diamantes, la joya corría el riesgo de fragmentarse en decenas de pedazos pequeños arruinando finalmente el diamante.
Mientras el rey preocupado por la noticia y las posibles soluciones que había escuchado de los expertos, un anciano joyero que había sido el último en llegar al palacio, se le acercó y le dijo con firmeza y sin titubeo alguno:
– “Majestad, si usted me concede una semana para trabajar en la joya, es posible que yo pueda repararla”.
Al principio el rey no le prestó atención, pues los demás joyeros le habían asegurado que era imposible hacer algo para arreglar aquel diamante.
Después de un par de días el rey cedió, pero con una sola condición:
– “La joya no debe salir del palacio”, expresó tajantemente el rey.
Al anciano le pareció correcta la solicitud del rey, además que consideraba que el lugar era un buen sitio para trabajar.
Aceptó también que unos guardias vigilaran su trabajo desde el exterior de la puerta del improvisado taller mientras él estuviera trabajando en ella.
El rey dio por buena la oferta de aquél anciano joyero, aunque muy por dentro no estaba realmente convencido.
Diariamente tanto el rey como algunos guardias, paseaban nerviosos por los pasillos cercanos a la habitación, tratando de observar el trabajo del anciano en aquella joya. Escuchaban los golpes de las herramientas sobre aquella piedra. Se preguntaban qué es lo que estaba haciendo el anciano y que pasaría si los estuviera engañando.
Al cabo de la semana convenida, el anciano salió de la habitación. Los guardias y el rey entraron apresuradamente y nerviosos para ver el trabajo finalizado de aquel misterioso joyero.
Cuando el rey observó la joya, brotaron lágrimas de alegría. Su joya se había convertido en algo más hermoso y valioso que antes.
El anciano joyero había grabado una perfecta y hermosa rosa y la grieta que antes dividía la joya por la mitad se había convertido en el tallo de la rosa.
Muchas veces es así como Dios sana nuestras heridas.
Trabaja nuestro mayor defecto y lo convierte en algo hermoso. Permitamos que Dios tome nuestras vidas agrietadas y trabaje en ellas.
Muchas gracias por su atención y que tenga un excelente Fin de Semana.
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