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Alfonso Herrera Lastra

El rey Sin Dientes

El Sultán había soñado que había perdía todos sus dientes. Al despertar muy temprano por la mañana e inquieto por este raro sueño, mandó a llamar a un adivino para que éste interpretara el sueño.

El adivino se presentó en la corte y sin más rodeos le dijo al famoso Sultán -“¡Qué desgracia, mi Señor!… cada diente que perdió representa la pérdida de un pariente querido de vuestra Majestad”.

El Sultán airado y sumamente molesto le contestó: -“Esto es realmente una insolencia, ¿cómo te atreves a decirme semejante cosa?… ¡Fuera de aquí!”. En seguida llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Con la preocupación del sueño ordenó que le trajesen a otro adivino y le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo: -“¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada… ¡El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes!”

El semblante del Sultán se iluminó y con una gran sonrisa y ordenó le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: – “No es posible, la interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que la del primer adivino. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro”.

El hombre sabio le vio a los ojos fijamente y con tono Sueve le dijo:  “Recuerda bien, amigo mío,  que todo depende de la forma en el decir… uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse”.

Cuantas veces nos hemos metido en problemas por el hecho de no saber decir las cosas de la manera correcta, aunque haya sido la verdad.  De la comunicación depende muchas veces la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.

Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, sin lugar a dudas. Sin embargo, la forma con que la comunicamos es la que en más de una ocasión nos ha metido en serios problemas y hasta hemos pensado que hubiera sido mejor no haber abierto nuestra boca.

La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en una delicada caja y la ofrecemos con ternura, sin lugar a dudas será aceptada con agrado.

Un primer consejo que encontramos en Las Escrituras es siempre hablar con la verdad, sin engaño alguno, evitando hablar con maldad para dañar: “Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño”.  (Sal 34:13)

Si me permite dejarle otro consejo mas esta en otro de los Salmos pero en esta ocasión 37 y versículo 30 , “La boca del justo imparte sabiduría, y su lengua emite justicia”.

Seamos sumamente cuidadosos con lo que sale de nuestra boca, esparzamos palabras reconfortantes, de consuelo y reconciliación. Y es que hay una muy buena razón para cuidar nuestras palabras…estas nos pueden destruir y acabar si no somos cuidadosos de nuestras palabras: “Sus Propias lenguas los harán caer; se espantarán todos los que los vean”. (Salmo 64:8).

“El corazón del loco está en la boca, pero la boca del sabio está en el corazón” (Benjamin Franklin). Que tenga un excelente Fin de Semana.


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