No sé si les ha pasado, que se han enfrascado en un dialogo que ha durado más 10 minutos mientras ustedes defienden a toda costa “su verdad”.
Tienen los argumentos perfectos para poder convencer a su contraparte que lo que sale de su boca es la puritita neta del planeta pero ¡Oh sorpresa! Su interlocutor posee también las oraciones precisas para restregarles que no miente con todos los dientes. Ambos puntos de vista no son errados y esto es porque Todo es Relativo.
Vamos por partes para llegar a la explicación de esta bonita oración que les hará quedar “tablas” y evitar grandes discusiones con cualquier persona. (Anótenla en un papelito y guárdenla en la cartera por aquello de las emergencias).
Hace mucho tiempo, existía un pequeño grupo de filósofos que se hacían llamar los Sofistas que eran así como los “couches” de esa época, ellos se dedicaban a explotar lo mejor de los griegos y ayudarlos a hablar en público, pues era esencial para asistir a las asambleas realizadas en el ágora, donde se definían diferentes asuntos políticos.
Los sofistas – sabio en griego – se encargaban de enseñar la retórica (hablar o escribir elegantemente con el fin de convencer, persuadir o conmover) y la oratoria, garantizándote que serias un súper buenazo en aquello del verbo y en automático matarías carita.
A ellos se les consideró los primeros filósofos que no morían de hambre, pues lo que realizaban era una profesión – aunque parezca raro, en esos tiempos ellos si recibían un salario por filosofar con la gente, no como ahora -.
Esto les valió para que Sócrates los mal mirara pues él consideraba que recibir dinero por enseñar era una forma de prostitución, pues de alguna manera estos pobres loosers se “privaban de su libertad” al verse obligados a conversar con quienes pudieran pagarle sus honorarios mientras que él podría seguir eligiendo con quien hablar y con quién no.
(Aquí me detengo para solicitar un minuto de silencio por todos los psicólogos que en automático somos presos del látigo del desprecio de Sócrates, pero tenemos hambre ).
Uno de los mayores Sofistas fue Protágoras, a quien por cierto le debemos lo de la educación pública y obligatoria, que apareció por primera vez en la constitución de la colonia de Turios en la cual apoyo en la redacción.
Él pensaba que el ser humano no podía llegar a verdades absolutas y por lo tanto “Todo era Relativo”, esto es, que lo que puede ser cierto para mi puede ser falso para los demás.
Pensemos por ejemplo en que debemos asistir a un funeral, para los que vivimos en occidente es demasiado normal vestir de negro, pues de alguna manera este color lo asociamos como luto y es una forma de poder manifestarle a la familia del difunto que nos unimos a la pena que les embarga, sin embargo, en países del Medio Oriente y Asía lo correcto es ir vestido de blanco.
En China, que entregues un regalo con una envoltura negra o blanca es considerado una ofensa, pues según ellos, evocas a la muerte. (Seguramente pensaron en los regalos de boda ¿verdad?).
Lo que Protágoras nos quiere mostrar es que lo que en algunos lugares está bien, puede considerarse mal en otros.
Protágoras nos muestra esta idea en su más famosa frase “El Hombre Es la Medida De Todas Las Cosas”, entendiendo que no existe un criterio absoluto para poder juzgar lo que es verdadero o falso o bueno y malo.
Otras de las cosas que sacaron los Sofistas fue el convencionalismo, en el que se habla de que las leyes se establecen como pactos sociales o estas han impuestas por los más poderosos, por lo que no son eternas ni universales, si no variables en cada grupo cultural (gracias a esto aún no hemos sido salpicados por decisiones como la reciente en Nuevo León).
Hablaban también del pragmatismo, donde no consideraban a las acciones humanas buenas o malas, sino más bien “útiles o inútiles” para conseguir nuestros objetivos.
Por ejemplo: Mentir, no es considerado como algo bueno, pero si te sirve para conseguir algo, los sofistas dirían que está bien hacerlo. (Como cuando dices que puedes bajar la luna de un solo brinco para conquistar a la chica de tus sueños)
Como vemos, Protágoras fue uno de los primeros filósofos que trato, no de comprender el universo como la mayoría de sus antecesores, si no la conducta humana y a quien le debemos la frase “Todo es Relativo” útil para cuando queremos terminar una discusión sin dar nuestro brazo a torcer al mismo tiempo que no le damos al otro la razón.
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