“Cuando dejo ir lo que soy,
me convierto en lo que podría ser.
Cuando dejo ir lo que tengo,
recibo lo que necesito”
Lao Tzu.
En el 2010 sin imaginarlo tropecé con la persona que se dedicaría a iniciarme por los caminos del hinduismo; acompañada de una amplia explicación del Bhagavad Gita y mi iniciación en la práctica del yoga, empecé a entender el lenguaje de la vida.
Tres años más tarde, después de elegir una de las experiencias más significativas dentro de este plano en el que me muevo, mi alma dio un brinco al budismo y con ello un mándala llego a posarse en mi piel, era la seña que marcaba los ritmos de mi nuevo comienzo.
Dos años después, todo cobró un mayor sentido.
– ¿Qué es eso Angie? ¿Eso que tienes en el hombro izquierdo?
– Es un mándala
– Aaah ¿y que significa?
– Me recuerda lo impermanente de las cosas.
Este dibujo se ha empleado desde años atrás como un instrumento de meditación y concentración, muchas personas lo utilizan como una herramienta terapéutica para encontrar el equilibrio, la calma y hasta a uno mismo.
Sin embargo no son representaciones carentes de un significado, pues detrás hay una enorme enseñanza espiritual.
Un mándala es un pedacito del microcosmos que desea mostrar la realidad del macrocosmos, del universo entero.
Para hacer nacer un mándala hay que hacerse de figuras y líneas acompañadas de una fuerte simetría, manteniendo una coherencia geométrica de manera que de adentro hacia afuera siga un orden.
Lo curioso es que debe religiosamente terminar en círculo, pues representa la rueda de las reencarnaciones que no para de girar.
Después de entonar mantras y sonar flautas y tambores, los monjes tibetanos comienzan a trazar el contorno del mándala en el que posteriormente irán vertiendo con ayuda de un embudo llamado chapkur arena coloreada.
Esta tarea puede llevarles hasta una semana dependiendo de la complejidad que pongan en el diseño del mismo.
Algunos mándalas están formados por círculos azules que nos recuerdan la tierra, algunos otros círculos simbolizan a la familia, a los amigos.
Por otro lado los colores que se utilizan tienen un significado también: el rojo representa el coraje, el amarillo el intelecto, el verde la naturaleza, el café la fertilidad, por ejemplo.
Una vez terminado se procede a destruirlo, es un ritual de desapego donde la enseñanza principal es que incluso aquello que creamos no nos pertenece (si tienen hijos, justo en esta línea pueden soltar una lagrimita).
Así se comienza un trabajo con el desapego y la Impermanencia de la vida.
Imagina las horas invertidas cuidando cada detalle del mándala.
La paciencia, el esfuerzo y la dedicación al final son borrados de un soplido, para ir mostrándole a la mente que por más bonitas que sean las cosas, pueden estás no durar para siempre.
Nada nos pertenece, algunas cosas se van para siempre.
Sirva este pequeño artículo como preámbulo para hablar de la muerte.
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