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Cada día que pasa me hago varias preguntas en el ámbito educativo: ¿qué está pasando? ¿Qué está sucediendo? Con los jóvenes actuales. Así como ¿qué ocultas mi buen amigo?

Es cierto que solo soy eso, amigo y no tienes que decirme las cosas, pero creo que no se da confianza y sólo se llega a intimidad, por la estreches de las relaciones que entre los jóvenes y adultos desarrollamos de cierta intimidad, pero excesiva desconfianza.

Una no es la otra. La intimidad o privacidad no posee fronteras definidas y posee diferentes significados para distintas personas. Es la habilidad de un individuo o grupo de mantener sus vidas y actos personales fuera de la vista del público, o de controlar el flujo de información sobre si mismos. La intimidad a veces se relaciona con anonimato a pesar de que por lo general es más preciada por las personas que son más conocidas por el público.

La intimidad puede ser entendida como un aspecto de la seguridad, en el cual el balance entre los intereses de dos grupos puede ponerse en evidencia. La intimidad es el compartir algunas cosas que nos gustan: tanto de deseos, tendencias, apetitos y hasta sexuales.

La confianza es una hipótesis sobre la conducta futura del otro. Es una actitud que concierne el futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción de un otro.
Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no-control del otro y del tiempo.

Ella requiere tiempo para que logremos la habilidad y mantener relaciones de calidad con los demás. Es, por tanto, un sentimiento que se genera en nuestro interior y de cuyo desarrollo somos responsables.

A veces solo buscamos relaciones de anonimato y no entiendo por qué.

El anonimato es el estado de una persona siendo anónima, es decir, que la identidad de dicha persona es desconocida. Esto puede ser simplemente porque no se le haya pedido su identidad, como en un encuentro ocasional entre extraños, o porque la persona no puede o no quiere revelar su identidad. Como si uno estuviese con amigo cibernético.

Confiar es posiblemente una realidad humana de las difíciles por implementar en nuestro desarrollo, por la simple virtud de no estar seguro en uno y, menos por ello, del otro. Por no tener un plan de vida hacia el futuro, se desconfía. Quien ve el futuro y se ve ya en él, es capaz de confiar en sus potencialidades primeramente y de ellas, puede confiar uno en los demás.

La actual juventud no ve el futuro por estar inmersa en el momento, instante y efímero de las cosas. La confianza es la creencia en que una persona o grupo será capaz y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación y pensamientos. La confianza se verá más o menos reforzada en función de las acciones.

En este mundo postmoderno, en el que la constante es la relatividad y lo efímero, solo nos queda dar un ejemplo a los que nos siguen en el camino, porque los jóvenes se fijan en los adultos.

Así que con el testimonio podremos señalar el rumbo y los educadores –que lo somos todos en el uso amplio de la palabra-

Cuando se pierde la confianza, es por agotamiento emocional. Bien el medio o la mala intención de la persona, fomenta la incapacidad de cumplir con lo prometido de forma continuada en el tiempo.

La confianza en los otros parte de la capacidad de confiar en uno mismo y en nuestras capacidades.


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