Anllely Cruz Armenta
Psicoterapeuta
Esta era, en la que nos ha tocado vivir nos ha ofrecido ciertas ventajas, una de las más grandes, la tecnología. La hemos utilizado para diferentes cosas: encontrar información, conocer sitios, descargar imágenes, vincularnos con personas. Sobre esto último, cuando alguien nos llama la atención, nos basta con buscarle en una red social para tratar de conocerle, o mejor a un, si nos sentimos solos abrimos una app de citas que nos ofrece un extenso escaparate donde desfilan todo tipo de personas a las que, si nos agradan, solo tenemos que enviarles un mensaje y ya está, hemos creado una relación.
Pero con esta misma facilidad con la que nos anclamos a alguien, podemos desanclarnos. Es tan fácil dejarle de contestar, desaparecernos por días, mantenernos en línea dentro del WhatsApp, pero sin picarle a la ventana de la conversación para seguir reafirmando nuestra ausencia en la vida de la persona.
Esto no se queda únicamente en el mundo digital pues es una práctica que con mucha suerte también llega a traspasar la pantalla, pero la verdad es que el deporte extremo de muchos es esconderse tras ésta para facilitarse las cosas cuando no desea más la relación o cuando desean evitar un compromiso.
Es amor propio, decimos, no quiero esta relación y tengo todo el derecho de dejarlo/a, sin embargo parece que a veces olvidamos que la persona con la que interactuamos también tiene su manera de percibir las cosas y a veces elige el doloroso camino de interpretarlo como que algo esta fallando en su persona para recibir un trato como del que se esta haciendo acreedor.
Algo que en lo personal agradezco mucho es que los tiempos nos han llevado a ponerle nombre a ciertas cosas para poderlas asimilarlas y entenderlas mejor, pues es innegable que al corazón le da un enorme descanso el saber qué es lo que esta pasando.
Esta práctica de la indiferencia en las relaciones tiene un abanico de acciones que, enlistare a continuación y que por ello este artículo se titula: Pequeño Diccionario de la Irresponsabilidad Afectiva.
Antes que nada es necesario dejar en claro de qué se trata la responsabilidad afectiva.
Mariana Gutiérrez Lara, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, declara para la gaceta de la universidad: “este término está orientado a la percepción que tienes o que puedes llegar a tener en relación al impacto que tienen tus palabras y tus actos en el otro; es decir, que “lo que tú vas a decir va a tener una consecuencia en las emociones de la otra persona”.
Por ello, para poder ejercer una buena responsabilidad afectiva, es necesario que dentro de la relación exista: respeto, honestidad, reciprocidad y diálogo, este último incluye el poder comunicar a tiempo el momento en el que una de las partes siente que lo mejor para ambos es separarse.
Es importante señalar que, la responsabilidad afectiva no es exclusiva de una relación de pareja, sino que incluye la mayoría de nuestros vínculos: laborales, familiares y de amistad.
Cuando comenzamos a dejar de practicar la responsabilidad afectiva podemos incurrir en algunas de estas acciones:
B
Benching: Consiste en crearle a una persona falsas esperanzas, con la finalidad de que no pierda el interés a pesar de no querer comprometerse. Solo se le tiene como una opción pero, nada serio.
Breadcrumbing: traducido como “migajas de pan” solo que para términos de la relación lo interpretaremos como “migajas emocionales” Estas migajas son muestras de atención y cariño intermitentes que permiten mantener la atención, enganche y esperanza de la persona, sin tener un auténtico compromiso o interés en la relación.
C
Curving: Viene de la palabra “curver”, que se refiere a aquella persona que utiliza excusas para no quedar con alguien, pero que no llega a ser contundente del todo. Es decir, da mensajes entre líneas.
Cushioning: Se refiere a la práctica de mantener conexiones emocionales o románticas con terceras personas dentro de una relación, generalmente se hace a través de mensajes de texto o redes sociales, mientras se está en una relación estable.
G
Ghosting: significa terminar una relación, por regla general, íntima, suspendiendo toda comunicación y contacto posibles, sin previamente avisar ni justificar.
O
Orbiting: La persona está, pero no está. No contesta tus mensajes pero no deja de rondar tus redes. Ve tus historias y tus publicaciones. Se mantiene lo suficientemente cerca para que sepas que esta ahí pero también lo suficientemente lejos para no comprometerse.
P
Pocketing: Como su nombre lo indica, la persona te “coloca en el bolsillo”, es decir, te oculta de su círculo social y de sus redes. La relación solo existe para ustedes pero para el resto del mundo es inexistente.
Z
Zombing: Esta ocurre cuando después de que te han hecho ghosting por mucho tiempo, la persona aparece nuevamente de forma inesperada.
Y probablemente la lista pueda continuar. La única manera de erradicar este tipo de acciones es siendo honestos, primero con nosotros mismos. Definir si deseamos una relación o no, y si llegamos a determinar esto último, comunicarlo a la pareja o persona con la que se este teniendo un vínculo que este ha terminado.
El entrar en empatía es otra de las cosas que también nos servirá de mucho para poder finiquitar una relación sin que alguien salga herido más de la cuenta.