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Lección 2

En esta lección número dos ya te debes imaginar que no habrá el ABC de cómo hacerlo, pero si el “hágalo usted mismo” con sus instrucciones muy precisas.

Desde tiempos inmemoriales hemos creído que el tema de la sexualidad se reduce únicamente a las mil formas de diseños nuevos para hacerlo, del deseo, y de todos los vericuetos para acercarse al orgasmo; no, el tema da para más y hoy en este segundo capítulo estaremos en otra dimensión.

Sigamos con la historia:

En San Jeronimito se aprestan a los cambios de gobierno, un nuevo presidente municipal tomará los mandos de esta comarca sazonada por amapolas y geranios, pero hoy será diferente: un nuevo partido muy ajeno a la alternancia histórica con un triunfo irrefutable afila las navajas para realizar un ejercicio –dicen- único y renovado, hará recuento de los finanzas y llevarán a las autoridades correspondientes a los que haga falta, sin encuentran desfalcos y desvíos, afirman categóricos.

Jerónimo el hombre que años atrás trajo el mar en sus ojos para todos los Jeronimenses, ahora es un anciano venerable y cuando lo ven que cruza la plaza Juárez con la cabeza inclinada como una gran vara que quiere quebrarse por los años, los más viejos se inclinan con respeto para saludarlo, es alto, muy alto que suelen decirle el “altísimo”. Ha visto tantos cambios de gobierno que suele sonreír cuando escucha los aspavientos de los próximos justicieros, y sabe para sus adentros que seguramente será lo mismo. Sentado en el café de la esquina dejar volar sus recuerdos –que hoy es lo único que tiene-porque nunca se casó, porque siempre quiso estar solo, solo con su altura y sonríe cuando piensa, solo con el mar incrustado en su cerebro.

De los diez hermanos Jerónimo se quedó solo, y ha pensado que esa fue la razón por la que creyó hasta el final que su padre lo odiaba, no había momento que dejara pasara sin decirle: “Jerónimo todo hombre necesita una mujer, me das pena, no llevas mi sangre”; cuando podía lo evitaba y con perseverancia lo fue sacando de su corazón. Cuando su padre murió sintió un gran alivio, porque la mirada intimidatoria que solía clavarle como daga cada vez que lo buscaba le hacía daño, porque no tenía respuesta a la pregunta de siempre: ¿qué no te gustan las mujeres?

Jerónimo es de los que más ha dado a su pueblo, no solo ha sido el encargado de la fiesta anual del santo patrón, sino en aquellos tiempos idos el idóneo para llevar las cartas atrasadas, para llevar los recados, para alcanzar lo más alto de los árboles etc. Su soledad que a otros incomodaba, a él le hacía gracia y hasta vergüenza sentía cuando escuchaba a las damas sacrosantas del pueblo que con sorna decían a cuchicheos: “¿Será que Jerónimo es de esos raros de ahora?.

Mientras disfruta de su segunda taza de café, observa que en la mesa contigua sin percibir su presencia-a pesar de su altura- se sientan los próximos jerarcas de San Jeronimito; aun no toma protesta y ya sus miradas no descubren al buen Jerónimo que antaño solían saludar con modesta educación. Decía Antonio Machado: “Quien pierde el piso, tiene el riesgo de perder la dimensión exacta de su estatura”, en fin éstos hablan como si San Jeronimito se hubiera inventado hace una semana, y que todo lo viejo debe ser cancelado, ahora –dicen- todo debe ser tan fresco como nuestro orgullo.

Jerónimo abandona rápido esta observación porque le da pena, y le augura un futuro triste y desolado. Vuelve su mente a la única vez que su padre le dio un beso en la frente, y esto fue cuando con insultos y golpes un puñado de trúhanes lo asaltaron sin robarle nada, y solo atestaban golpes al grito: “Por maricón”.

En la Cruz Roja cuando recupero la conciencia su padre creyendo que dormía se acercó y le dio un beso, alejándose por miedo a que fuera descubierto.

Segunda lección de sexo:

“EL ABRAZAR Y BESAR A LOS HIJOS NOS DA LA OPORTUNIDAD DE SER MÁS HOMBRES”.


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