Sin duda lo único que tenemos seguro que nos suceda es la experiencia de la muerte y esta no es una elección.
Sin embargo, siguiendo la línea del budismo el hecho de que nuestro cuerpo deje este plano no significa que nuestra conciencia perezca con él.
Lo más reconfortante es que nada de nuestra experiencia esta determinada ni por nuestro cerebro, ni cuerpo, ni neuronas, ni nada material por lo que nada se pierde.
Esto se puede probar con la creencia de que lo que somos ahora no solo es resultado de esta vida, si no un cúmulo de experiencias que hemos puesto en nuestra conciencia de todas las veces que hemos aparecido en este plano.
Aunque normalmente pensamos que nuestro tiempo empieza a correr desde el momento en que un ovulo es fecundado por un espermatozoide, realmente no es así.
Para los budistas hubo una serie de acontecimientos previos a ese momento que forman parte de nuestro existir.
Todo esto tiene que ver con la muerte, pues todos nuestros conocimientos y nuestra experiencia tienen una trascendencia pero sobre todo una continuidad.
Es como si después de pasar varios niveles en el Juego de video de Mario Bros pusieras una pausa para ir por un snack a la cocina, al volver, el juego no vuelve a comenzar, los niveles superados ya lo están, únicamente sigues donde te quedaste.
La conciencia que poseas al momento de pausar el juego es lo que se toma en cuenta en el momento que te toque renacer pues de ello dependerá desde donde vas a empezar. Por ello es de suma importancia todo el trabajo que hagamos para mantenernos “despiertos” y vivir lo más posible en la coherencia.
Si te tomas un ratito para pensar estos últimos párrafos y miras desde donde has empezado esta vez y comparas algunas cosas que te han sucedido con las que ha pasado tú vecino o alguien cercano a ti, te darás cuenta que probablemente hay cosas que por fortuna a ti no te tocaron vivir.
Esto responde a que seguramente en otro momento ya lo hiciste o mejor aún, tomaste conciencia de ello sin necesidad de experimentar. Está es la prueba de que no hemos nacido solo una vez si no cientos de veces.
A todo este ciclo circular le corresponde el término Punabhava que significa renacimiento o recrearse. A mí me encanta saber que está oportunidad que tenemos de ir moldeando el barro es nuestra. Que nosotros somos las manos que van dirigiendo la forma y los únicos responsables de tomar decisiones que nos lleven a nuestro despertar.
Por último, es importante saber que todas las cosas con las que tenemos relación en este plano, al morir, van a dejar de tener conexión con nosotros. El único “hilo rojo” que vamos a mantener es con aquellas personas que gestamos alguna relación profunda.
Pero no solo con aquellas cool – buena vibra, si no también con quienes se han dedicado a poner negro el panorama para que podamos observar nuestra luz.
Estos lazos kármicos los has establecido con quienes compartes una forma de ver la vida y lo grato es que cuando le quites la pausa al videojuego seguramente también estarán.
¿Te suena el “es que parece que lo conozco de toda la vida”? Aunque lleven tal vez 15 años de conocerse. Está es una posible respuesta.
Los budistas dicen que si tus vínculos de amor son muy fuertes pueden pasar contigo de nivel pero no solo esos, pues también lo hacen los vínculos de repulsión. No por castigo, si no por la constancia que tienes de pensar en quienes ponen a tambalear tu paz. ¿Quieres ver?
A las personas que amamos cuando las recordamos, esbozamos una sonrisa y déjanos que se vayan. No sucede lo mismo con los “enemigos” pues al llegar su presencia a tu mente, surge una emoción (enojo, tristeza, frustración, desesperación) luego, recuerdas T O D A S las cosas “que te hizo” es decir, ya empleaste una parte de tu tiempo viajando al pasado con él para hacer un recorrido donde este personaje aparecía, lo que hace acrecentar la emoción y te lleva a dos cosas: el camino corto a lanzarle alguna maldición o el camino largo: planear una venganza y ahí ya le das cabida en tus pensamientos presentes.
¿Cuantas veces has pensado en tus “enemigos” hoy? Seguramente más que en tus amigos, pues sin darnos cuenta a veces les tenemos más fidelidad y presencia a los primeros que a los segundos. Entonces mientras sigamos pensando en sus defectos, en como nos va a pagar lo que nos debe (y no solo hablo de dinero), en todo lo que nos genera con su sola existencia vamos creando un lazo afín con ellos que se reactivará al momento de continuar el juego.
Esto puede explicar porque hay dentro de nuestra familia personas con quienes no hacemos match y no podemos darles la vuelta ni sacarles de nuestra vida porque algo nos terminara por reunir (solo date vuelta en cualquier evento familiar) ¡asombroso! ¿Verdad? Y así los seguiremos arrastrando hasta que no trabajemos en ellos la compasión.
La invitación es en dejar de mirar la muerte como algo frío, pues no es solo una línea como lo pintan en los libros de texto: Naces, creces, te reproduces y mueres, sino más bien es la oportunidad de reconstruirte, de poner las manos en tu vida, en ser quien la forme como la desea. En abrir los ojos para cambiar de nivel, para despertar, para hacer valer cada nuevo latido del corazón.
Sirva cada pequeña muerte en “está vida” para darte cuenta que eres tú quien puede hacerte vivir en el paraíso, incluso ahora mismo.
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