Gaby Perillo
¿Ha notado cuantos patrones de conductas nocivas, tragedias, enfermedades, desgracias o maldiciones, predominan de una generación a otra en algunas familias?, es porque todos los seres humanos así como heredamos lo bueno, también heredamos lo malo.
Las maldiciones o herencias espirituales son situaciones o características que se repiten hasta la tercera y cuarta generación, muchas de estas son consecuencias de los malos actos. Es un hecho que muchas familias tienen marcado un patrón de conducta o factor predominante que se repite desde el abuelo hasta los nietos y bisnietos. Herencias espirituales que nos hacen estancarnos en la vida, en la salud, en los negocios, en la situación económica, familiar o sentimental.
¿Cómo quiere que le vaya en esta vida? Si hace el bien, le irá bien, si hace mal, ya sabe la respuesta. Pero podría decirme que hay gente que hace mal y le va muy bien, eso no es verdad, basta con ver a sus padres o a sus hijos, o simplemente su vida interior; todo lo que uno hace tiene consecuencias y si se actúa mal, los hijos, nietos y demás descendencia pagara la factura. El bienestar económico no refleja en nada la vida interior de una persona.
Por eso es muy importante romper, renunciar, impedir que esto siga repitiéndose, y sobre todo cambiar nuestra conducta si sabemos que está mal, para que se cambie el rumbo de vida de nuestros familiares y puedan tener bendición, así como realización personal y bienestar.
Conozco la historia de dos hermanos hijos del mismo padre quien fue acusado de robo, fraude y homicidio; y el cual ya tenía muchos años en prisión; uno de estos hermanos era idéntico al padre, defraudador, ladrón y demás. El otro hermano en cambio, se había casado bien, trabajaba honestamente, era una persona buena y responsable y cada día buscaba mejorar. A éste último se le preguntó porque no había seguido los pasos de su padre, a lo que él dijo que quería escribir otra historia y renunciar a todo aquello que le había tocado vivir, que no quería repetir la vida de su padre, y fue así como cerro el círculo, rompió las cadenas, se liberó, y terminó con esa herencia espiritual.
El vivir en libertad espiritual beneficia en la economía, la felicidad, la paz interna, la salud mental, y a su vez el ser humano puede desarrollarse en todo su potencial para ser benéfico al mundo.
Por lo tanto uno puede romper con toda esa maldición. Es necesario y muy importante para lograr esto, cambiar la manera de pensar, vivir y actuar.
• Admitir que necesitamos liberarnos de lo negativo que predomine en nuestra familia a través de las generaciones pasadas y que sabemos se está repitiendo en nuestra descendencia.
• Identificar que factor predomina dentro de la familia, ya sea la enfermedad, la tragedia, divorcios, desgracias económicas, etc.
• Mencionar en voz alta el factor que predomina para que sea deshecho, por ejemplo: “Renuncio a toda maldición, enfermedad, tragedia, situación, que ha existido a través de las generaciones en mi familia y sobre mí, y ahora solo recibo bendición, salud, sanidad, prosperidad, abundancia, protección, de ahora en adelante”.
• Cambiar nuestros patrones de conducta dañinos, cambiar la forma de hablarnos y hablarles a los nuestros con palabras que tengan un significado positivo. La palabra hablada tiene poder.
• Si no hay un cambio interno y mental no habrá forma de romper las cadenas.
• Y lo más importante de todo esto, PERDONAR, a nuestros padres, abuelos, ancestros, a nosotros mismos, a los demás y solo así comenzaremos a tener libertad.
A partir de hoy comience a vivir haciendo lo correcto, aunque esto tenga un precio muy alto, con el tiempo verá buenos resultados. Aunque somos seres humanos imperfectos, esto no impide buscar y hacer el bien. Recuerde, nunca es tarde para dejar una buena herencia espiritual a los suyos.
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