Soy fan de los tatuajes, solo que aunque me gustan mucho, tengo preferencia por los que son un poco pequeños. Hace unos meses, me preguntaban a cerca de los que tengo más visibles y cuando termine de hablar de todos, me dijeron algo como “Te gustan los mayas” y caí en la cuenta de que si, efectivamente es la civilización que más me ha dejado dentro de mi formación personal.
Los mayas desarrollaron la agricultura sembrando en terrazas, lo cual les permitió establecerse, también su sistema de escritura, basado en glifos, llegó a considerarse el más avanzado de la región.
Dentro del campo de las matemáticas, utilizaron un sistema numérico vigesimal además de la invención del cero. En el terreno astronómico fueron capaces de predecir ciclos lunares y los eclipses, además de medir con mucha precisión la duración de los años mejor que los europeos de aquella época. Pero hay una cosa que rescato mucho más y es ese concepto de unidad del cual muchos de nosotros nos hemos olvidado.
Se dice que los padres llevaban a los hijos a las milpas de maíz y se les decían “Esta mazorca es producto del trabajo en conjunto de la tierra, el viento, el agua y la luz del sol; el comerla, una parte de cada cosa entra en ti”
También, cuando estaban frente a otro niño de su misma edad les decían “Imagínate que él eres tú, que esos ojos son tus ojos, que esas manos son tus manos. ¿Le harías daño?”.
Según los mayas, hombres, minerales, vegetales, animales y toda materia esparcida por el universo -desde un átomo hasta una galaxia -, formaban parte de un todo. Los mayas expresaban este concepto de unidad en su saludo diario, cuando se encontraban se saludaban diciendo: “IN LAK’ECH”, que significa “yo soy otro tú”, a lo que contestaban: “HALA KEN”, que significa: “tú eres otro yo”.
Y ¿De qué sirve la presencia de “mi otro yo” en mi vida? Como lo he mencionado anteriormente, nos vamos sanando en este mundo de espejos a través del otro que amorosamente se presenta ante mí para mostrarme que es aquello en lo que tengo que trabajar.
Si están percibiendo únicamente con los 5 sentidos, yo soy Anllley y ustedes están separados de mí, ustedes son de una manera, yo soy de otra, pero en realidad no estamos separados – aunque así lo parezca – sino más bien todos estamos conectados y mostrándonos unos a otros aquello que necesitamos sanar.
Hace unas semanas, me compartieron el sentir de una lectora sobre estas letras, donde describía como yo ocupaba este espacio para quejarme de mi vida sentimental y que en lugar de esto se necesitaba leer cosas de verdadero interés, no mis problemas amorosos.
Segura estoy que si esto lo hubiera leído hace unos tres años atrás me hubiera puesto tristísima, hubiera pensado que era pésima escribiendo y hubiera dejado de compartir, pues siempre fui la hija y alumna callada que no opinaba precisamente por no tener nada importante que decir, sin embargo me doy cuenta como ella tiene mucho que ver conmigo, pues ella soy yo, está en mi matrix, está en mi película.
Pero entonces ¿yo me estoy diciendo que solo se quejarme de mi vida sentimental y que lo que me pasa y de cómo lo voy sanando no es importante? ¡No!
No es que yo piense eso, pero ella refleja mi miedo a que los demás me vean como alguien que se victimiza y que no tiene nada interesante que compartir, es decir, yo necesite de que ella me reflejara esta experiencia para poder sanarla (señora, si la causalidad la detuvo a leer esta semana mis líneas, un profundo y muy sincero AGRADECIMIENTO, así con mayúsculas).
Aclaro, no es que yo piense de mi misma eso, pero si tenía miedo a que alguien pensara que soy una víctima y una persona poco interesante. Lo que trato de decir es que el otro soy yo, no es que yo piense mal de mi, pero yo tengo el miedo a que alguien pueda pensar X cosa de mi por eso genero una situación en la que no me queda más remedio que enfrentarme con mi miedo, son esas personas que aparecen para confrontarte con algo que no quieres vivir pero el vivirlo te hace más libre y más poderoso porque te permite cada vez estar más al pendiente de ti y de tu corazón, de escucharte, de sentirte, de expandirte, ¡de amarte!
El otro somos nosotros, aunque no literalmente por que pensemos lo mismo o hagamos lo mismo, el otro soy yo porque me muestra mis miedos, mis obscuridades, me está enfrentando con lo que temo.
En los espejos de nuestras vidas muchas veces decimos “pero si esto no tiene nada que ver conmigo, si yo no hago esto”, pero sorpresa ¡si!, cuando comienzas a vibrar en la luz, es porque estas conectando con tu corazón y estas evolucionando pero como necesitas seguir enfrentando tus miedos, estas personas aparecen para que continúes con tu camino de sanación.
Y si ahora sabemos que el otro también soy yo
¿Qué tal si comenzamos a tratarnos con amabilidad sabiendo que la existencia del otro en nuestra vida es para ayudarnos a enfrentar aquello que nos negamos a vivir pero que es necesario para liberarnos de nuestras creencias y miedos?
¿Qué tal si empezamos a tratarnos los unos a los otros como nos lo merecemos y no viéndonos como enemigos?
¿Qué tal si nos apoyamos, sin prestar ya tanta atención solo nuestros propios ombligos?
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