¿Quién no ha sentido en sus carnes el estrés? Es algo que nos hace sentir muy pequeños, que todo lo que esta fuera es más grande que lo que nosotros podemos vivir y nos sentimos tan amenazados por las situaciones, por un futuro incierto que terminamos tatuándonos un ¡No puedo! Muchas veces no logramos identificar de donde viene ese pánico, esta ansiedad que termina desencadenando este estrés, pero logramos identificar este sentimiento de malestar.
Hay diferentes causas, pero sobretodo, a una creencia limitante que está ligada a “algo falla conmigo” y nos hace creer que podemos fracasar en alguna situación que se nos pone enfrente. Es aquí donde hace su aparición la ansiedad que está relacionada con los hechos futuros y regularmente nos hace creer que no podemos con lo que llega.
Si yo me siento como que soy únicamente una persona que está a merced de la circunstancias externas pero estas me mueven a su voluntad sin yo poder hacer nada al respecto es decir, ahí no mas me la paso sobreviviendo, vivo compitiendo, haciéndome de rivales, angustiado y convirtiendo todo mi miedo en realidad, es normal que experimente un estado de ansiedad y de estrés porque siento que lo de fuera es más grande que yo.
Pero es muy importante tener en cuenta que – como lo mencionaba en anteriores artículos – me estoy experimentando en un plano de la materia, que no soy solo un cuerpo, que no soy solo Anllely y tengo 34 años y soy tehuacanera porque en realidad soy mucho más que eso, pues esto es solo un personaje con el que tránsito por la vida por lo tanto tengo el deber de reconocer la otra parte de mi, la espiritual, mi esencia divina y mi conexión con todo lo creado.
Hubo un gran maestro al que todos conocen que fue puesto en una cruz y una de las muchas enseñanzas que nos dejo es que, a pesar de todos los abusos que sufrió, las humillaciones, el desprecio y los maltratos – incluso delante de su madre – al final no tuvo gran importancia, pues era un ser espiritual eterno y por eso el resucitó a los 3 días, para demostrar que lo que Él era no se podía dañar, porque lo que él era estaba más allá de un cuerpo maltratado.
Pero entonces ¿Qué podemos hacer?
El primer punto es entender que las cosas no pasan porque si, nada es casual, cuando algo pasa en mi vida es porque ese algo es PERFECTO. Las cosas no son buenas o malas, solo son.
Cuando comenzamos a ver las cosas de manera neutral, dejamos de vivir en el drama y les encuentro la perfección. Si mi pareja me “corta” ya no veo en ello el fin del mundo pues en su lugar puedo entender que eso no estaba alineado con mi plan de vida, estaba con alguien que ya puso las canicas que podía poner para mi trascendencia y aprendizaje o tal vez estaba sufriendo la relación más que disfrutarla.
Si dejo de ver esta ruptura como un fracaso – porque no es un fracaso – y me doy cuenta que gracias a eso obtuve un montón de ganancias secundarias, lo dejo de sufrir y lo mejor es que puedo relacionarme con una siguiente pareja desde la libertad porque brinque una dependencia emocional y eso para nada es un fracaso.
Las cosas ocurren porque tienen un orden superior que está conectado con nuestro inconsciente y nos pone delante el escenario que necesitamos para nuestro crecimiento.
Confiemos en la vida, que es mucho más sabia que nosotros. Aceptemos las cosas como son, pues si yo pretendo que las cosas sean de otra manera, le estoy poniendo un condicionante a mi felicidad. Si yo no me abro a la aceptación de lo que es, vivo en un estado de angustia y de ansiedad. Cuando me dejo llevar, cuando fluyo sin tratar de controlar todo, la vida se convierte en un espectáculo de magia.
Nos estresamos porque estamos evitando que nos pasen las cosas que nos van a fortalecer, que nos van a liberar, que nos van a hacer más potentes. La magia ocurre cuando eso que tanto miedo te da lo enfrentas, lo trasciendes y gritas un “no era para tanto” y es que si somos honestos, tenemos un montón de recursos, somos infinitamente poderosos.
¿Y si llegara a suceder que me va “mal”? ¡No pasa nada! Abrámonos a la posibilidad de “fracasar”, porque en realidad solo es un suceso X, al que nosotros le damos una polaridad.
La vida no te pone más de lo que puedes, pero en el momento en que le sube de intensidad a la experiencia es porque estamos haciendo caso omiso a una realidad, por ejemplo, soy muy dependiente emocional, digo si a todo, antepongo las necesidades de los demás antes que las mía y dejo que los demás pongan control sobre mi por miedo a que me dejen, pues la vida me va a poner una persona que sea controladora para que pueda yo aprender a poner límites y para que aprenda a respetarme, pero, si a pesar de eso yo no hago caso y continuo por este mismo camino, la vida me irá subiendo el volumen a la música cada vez más alto hasta que yo escuche lo que tengo que sanar.
He comentado que luchar porque me amen, someterme, dejarme llevar únicamente por lo que el otro dice, no funciona, pues lo único que si lo hace es amarse, respetarse y ponerse en un primer lugar.
Amarnos con toda nuestra perfecta imperfección y tener un dialogo amable con nosotros, aunque en algunos momentos las cosas no salgan tal como las planeamos, ¡No importa!, hacemos nuestro mejor esfuerzo.
No se trata de ser el mejor, se trata de ser tú y tu eres una bella dualidad, compuesta de luz y sombras, con días mejores y días peores. Dejemos de tomarnos las cosas con más de la seriedad que tienen, solo ¡vivamos!, sin aferrarnos a un resultado concreto, que sea lo que tenga que hacer, que ya es perfecto.
Pero si buscan un remedio rápido para combatir el estrés en lo que iniciamos este proceso, una cerveza, unas alitas y una buena compañía es una buena idea para comenzar.
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