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Entrevista con la Doctora Margarita Martínez del Sobral y Campa.
Primera parte

Credencial de UNAM de la joven Margarita Martínez del Sobral

◼️ Con esta entrega FIN DE SEMANA inicia una serie de entrevistas a figuras que son centrales en la historia reciente de Tehuacán. La Doctora Martínez del Sobral y Campa fue el pilar, el eje en el rescate del patrimonio arquitectónico de la ciudad. Recuperar San Francisco, Catedral, el Complejo Cultural El Carmen es una parte de su amplia aportación. La entrevista se publicará en varias partes.

FIN DE SEMANA (FDS).- Doctora Margarita por favor ¿nos podría hablar sobre su vida personal, ¿dónde nació? ¿cómo fue su núcleo familiar? Porque es evidente que una mujer con su talento, nació y creció en un ambiente muy especial.

DRA. MARGARITA MARTÍNEZ DEL SOBRAL Y CAMPA (MMSC).- “Yo nací en la Ciudad de México en el año de 1932. Tuve una infancia muy bonita en realidad. La casa en la que vivíamos estaba a dos cuadras del Ángel de la Independencia, así es que soy capitalina cien por ciento.
Tuve dos hermanos mayores que yo, una mujer y un hombre, mi hermana que fue química y por ella conocí al Doctor Miguel Romero, después, muchos años después y mi hermano que es abogado que todavía vive.
Mi papá era contador fiscalista trabajó en México toda su vida; mi mamá una señora ama de casa, como eran todas las señoras de su tiempo.
Realmente yo tuve una niñez muy bonita; así fue.

FDS.- ¿En dónde realizo sus primeros estudios? ¿En qué instituciones?

MMSC.- Mire, los primeros estudios, la escuela primaria, tuve la oportunidad, la gran oportunidad, de estar en una escuela particular muy pequeña que estaba junto a mi casa y por eso fui a ella, porque eran prácticamente clases particulares.
Salimos de sexto año cuatro alumnos, yo salí sabiendo álgebra de la primaria, porque nos ponían una especial atención.
Eso fue para mí una grandísima ventaja para el resto de mis estudios en todos los demás lugares, porque teniendo ya una primaria muy sólida puede uno encajar en cualquier lugar.
Después, el primer año de secundaria, lo hice en el Colegio Francés. No me gusto, acostumbrada a una escuela tan pequeña y sin ninguna restricción, sin uniforme, mixta, laica, después ir al Colegio Francés, en donde era todo estricto, estirado, 64 niñas en un salón, uniforme de lana a la antigua.
Bueno, era horrible, no aprendí nada, le dije a mi papá que si me ponía otro año más ahí yo me suicidaba, no podía seguir ahí.
Entonces me mando a Estados Unidos y aprendí inglés, en Austin Texas, en el internado St. Mary’s Academy.
Luego regresé, terminé la secundaria en una escuela de gobierno y después la preparatoria fue un problema porque ya para entonces quería estudiar arquitectura.
No sabía si arquitectura o música, pero estudié las dos durante 4 años, las dos de secundaria que hice aquí y luego la preparatoria en la escuela Hispano Mexicana, una escuela de refugiados españoles, magnifica también, así fue como fue mis primeros estudios.

FDS.- ¿Y en qué momento piensa usted en la arquitectura como su profesión?

MMSC.- Pues lo pensé desde muy chica cuando regresé de Estados Unidos.
Precisamente mi mamá me metió a una academia comercial, porque las muchachas de ese entonces, no estudiaban carreras de esta naturaleza.
Había decidido ya que iba ser o pianista o directora de orquesta o arquitecta, cualquiera de esas tres profesiones.
Sin decirle nada a mis papás me metí a una escuela de gobierno a la secundaria número 18, para tener la mañana nada más clases y en la tarde libre, y en la tarde me metí a la UNAM a estudiar la carrera de música, de pianista.
Después llegó el momento en que se los tuve que confesar a mis papás, ya se imaginará usted que se cayeron difuntos los dos.
Pero mi mamá principalmente, porque me decía: “¿cómo vas a ser arquitecta?, ¿qué va a pasar cuando te tengas que subir a un andamio?”
“Ay mamá pues me pongo pantalones y me subo”-
“Válgame Dios” -me decía- “cómo una muchacha decente con pantalones, solo las gringas locas se ponen pantalones” y al final de su vida ella acabo también usando pantalones.
Desde muy muy joven que yo supe que quería ser cualquiera de estas tres cosas.
Desgraciadamente en ese tiempo apenas estaban iniciando los estudios psicológicos vocacionales; para que servían las personas
Yo lo llegué a tomar, pero tanto la carrera de arquitecto, como la de director de orquesta o de música, caían dentro del mismo ciclo y me dijeron que para cualquiera de las dos estaba yo en el camino correcto.
Así fue cuando me metí ya después a estudiar arquitectura a la UNAM.

FDS.- Entonces usted inicia en UNAM ¿cómo era UNAM en ese tiempo?

MMSC.- Mire la UNAM, estaba ubicado en la parte vieja, en la parte de atrás del Palacio Nacional, en la calle de Moneda, esquina de Moneda y Academia.
Se llamaba precisamente porque ahí se estableció la Academia de San Carlos que era correlacionada con la Academia de San Fernando de Madrid y viene Tolsá y es él quien hace establece la carrera de arquitectura.
Bueno no oficialmente como la tenemos ahora, pero se daban clases me imagino que de construcción, de dibujo, todas las artes plásticas.
Uno de mis antepasados, mi bisabuelo fue director precisamente de esa Academia de San Carlos,
En fin entonces era un lugar que casi no tenía muchachas. Cuando yo me inscribí eran 300 los que entramos y era el único lugar en toda la República Mexicana donde se podía estudiar arquitectura; no había ninguna otra escuela, ni particular ni de ninguna otra clase.
Y todavía de estas 300 parten el grupo en dos y ponen cuatro muchachas de un lado y cuatro del otro, así es que nos tocaban 150 muchachos para cuatro muchachas pues bastante desequilibrado el número, pero en fin.
La escuela era un edificio como le digo del siglo XVII, muy, muy bonito y que ahora es museo precisamente.
Estando en el tercer año de la carrera los primeros en cambiarnos a Ciudad Universitaria fuimos precisamente los de nuestra generación 1952, los de la 1954 empezaron ya en C.U.
Fue un cambio total, fue otro mundo; de estar en un lugar viejo, sin asientos, sin ninguna comodidad, que no tenía ninguna cosa para realmente para estudiar cómodamente, a estrenar Ciudad Universitaria con todas las facilidades, pues fue de la tierra al cielo, fue un cambio muy, muy bueno.

CONTINUARÁ.


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