Me inquieta el pensar que en México hayamos perdido la capacidad de asombro, que la numeraria de homicidios del día a día se inscriba en una nota más, que a fuerza de repetirse nos haga poca sombra y que solo nos provoque esgrimir una inquietud pasajera. La semana pasada por ejemplo, en el estado de puebla más de 20 homicidios, el que leamos que la administración del expresidente Felipe Calderón terminó con casi 103 mil asesinatos, y que el periodo que hoy termina del Presidente Peña Nieto concluya con más de 120 mil personas masacradas y más de 30 mil personas desaparecidas; el que nuestro Tehuacán y su región se dibuje ya como tierra de nadie con muertes, robos, extorsiones y asaltos y que cada día se parezca más a las ciudades de Tamaulipas de hace algunos años, y que la parálisis del miedo cunda por todos lados, pero que al final el asombro sea solo un esbozo.
¿Realmente hemos perdido la dimensión del valor de la vida?
De acuerdo al Filosofo Alfred Stern los únicos supra-valores son la vida y la salud, y aun para los existencialistas la vida tiene un valor intrínseco y total. Es cierto, ya nuestro filosofo de la música ranchera José Alfredo Jiménez afirmaba que: “la vida empieza siempre llorando y así llorando se acaba, por eso es que en esta vida, la vida no vale nada”.
Hoy inicia la marcha de un nuevo presidente del país, una caminata que más con la ilusión apostamos a que sea firme, ascendente y que pronto restaure el asombro a nuestros cerebros aturdidos por el ruido de la metralla. Para muchos esta caminata que se vislumbra en lontananza nos hace dudar –y de eso no tenemos la culpa- cuando con aires de perdonavidas, López Obrador habla ya de punto final, de borrón y cuenta nueva y sobre todo de amor y de paz; no olvidemos que detrás de cada muerte y desaparición existen víctimas, familias rotas que lo único que les queda ver algún día: la justicia hecha realidad, y la ley aplicada con golpes certeros no solo a los asesinos, sino a los cientos que saquearon con desparpajo al país, y que hoy gozan de cabal salud, porque no olvidamos que como los superhéroes el mismo presidente electo juro combatir a la MAFIA DEL PODER, y barrer la corrupción de arriba para abajo, y aunque quiera hacerlo con una genuina caridad cristiana o un amor socarrón, no olvidamos que es la tarea primaria y hacedora de cumplimientos.
– No es tiempo de ocurrencias, sino de congruencias sustentadas en diagnósticos certeros y completos, porque si el pueblo depositó el poder absoluto y total en manos de López Obrador es para seguir iluminados con la esperanza de llegar a ver un México renovado y justo;
– No es tiempo de dejar que el tiempo coloque las cosas en sus sitios, sino de tomar decisiones totales, que son las que un país como México requiere;
– No es tiempo de necedades de la autoridad sempiterna y única que el nuevo presidente corre el riesgo de verla como propia, porque el autoritarismo es primo hermano del caudillo, y pariente de sangre del mecías. Max Weber –Filósofo Alemán- desde hace mucho tiempo advertía del riesgo de los “líderes carismáticos”, porque suelen perderse en su poder, en creer que ellos son el pueblo.
Hoy estamos en marcha, y cierto estoy que los tiempos modernos exigen la participación de todos, la caminata es con los brazos entrelazados cada cual haciendo bien lo que corresponde, porque en un país tan basto como el nuestro solo la unidad nos hará siempre fuertes.
Nuestro Presidente municipal Felipe Patjane debe saber que la marcha será con el vigor que sus ímpetus imponga, y que la oportunidad que la vida le ofrece de enarbolar la bandera del progreso, será siempre reconocida o castigada por un pueblo lastimado desde hace mucho tiempo.
¡TODOS ESTAMOS EN MARCHA¡
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