Hace muchos años, pertenecí a un grupo scout. Para mi fue maravilloso estar ahí. Conocí gente nueva al mismo tempo que lugares nuevos. Siempre he pensado que al escultismo le debo mucho, pues de alguna manera terminó de formar gran parte de mi carácter. Desde que llegue, me propuse ser “La mejor” y desde ahí cada cosa que emprendía trate de hacerla con una devoción que iba más allá del compromiso que la actividad exigía. Y es que, esta última palabra fungió como mi compañera muchos años, pues tenía un cassette en la memoria con una voz que me decía “Te exijo por que tú puedes” Esta frase se rebobino en mi cabeza cientos de veces hasta que trajo como resultado el no permitirme fallar.
Y con esta misma premisa me fui dando cada uno de mis pasos, tratando de salirme lo menos posible de la rayita y haciendo las cosas perfectas. Así, logré la máxima insignia para un scout en aquellos tiempos y aunque veía a mis compañeros y mi jefa de sección felices por el logro debo admitir que para mí el trago no era nada dulce. Había pasado meses trabajando por una insignia, me comprometí hasta donde mis fuerzas me lo permitieron con el proyecto pero … ¿Realmente me lo merecía? ¿Y si lo que había hecho no era lo suficiente para tal condecoración? Al final, cargue por muchos años sobre mi manga izquierda una insignia que me pesaba más por el fraude con el cual según yo la había obtenido que por el trabajo que detrás de ella se encontraba.
¿Alguna vez, al igual que yo, te has sentido como que aquello por lo que tanto has trabajado y que finalmente tienes en tus manos – un ascenso, una relación, una reconocimiento – realmente no te lo merecías? Que quizás fue un golpe de suerte, una alineación de los planetas o algún deseo que en algún momento pediste al arrojar una moneda a una fuente y finalmente como respuesta dio origen a aquello que ahorita estas viviendo.
¡Bienvenido al síndrome del impostor!
Este síndrome – también conocido como síndrome del fraude – fue descubierto en 1978. Se trata de un trastorno psicológico por el cual las personas exitosas son incapaces de reconocer sus logros. Se basa en creencias irracionales que no permite a quien lo padece tener confianza en si mismo (aunque posea títulos, diplomas y reconocimientos laborales o académicos)
Al no sentirse capaces, viven en un miedo constante a que alguien se dé cuenta que cometieron un “fraude” para obtener alguno de los reconocimientos que posee o logros alcanzados. Llegan a padecer ansiedad, depresión, tristeza y un conjunto de síntomas que pueden afectar todas las áreas en las que se desempeña.
¿De qué manera? Pon atención a esto: La falta de reconocimiento de sus propios logros impide que puedan disfrutarlos. A los perfeccionistas nos invade la ansiedad al tener que elegir una solución o al tomar una decisión pues procuramos que esta sea la óptima.
Y una vez que decidimos, vivimos en una insatisfacción permanente, pues pasamos pensando que probablemente otra opción pudo haber estado mejor-; Hay una expectativa que alimentar y tenemos que cumplir un estándar – porque todo lo deseamos perfecto – por ello llegamos a desmotivarnos, pues por más que nos esforcemos caemos en la realidad en que nada quedara sin mancha como nos los hemos propuesto
(¡Imagínense el tormento! ¿Alguien dijo infierno?)
Finalmente entramos en el autosabotaje, pues nos programamos a que nada vamos a poder lograr, por lo que generalmente susurraremos entre tristeza y suspiro un
“¿Ya para qué…?”. Y además de eso, aquí voy a hacer una pausa para plasmar una frase que no se si ustedes la tienen tatuada en su mente como en algún tiempo lo hice yo “Prepárate para lo peor, para que en caso de que eso pase no te sientas mal” (a este “precioso” acto se le llama “Pesimismo defensivo”)
Hay muchos factores que intervienen para que nosotros llegaremos a sentirnos como un verdadero impostor: cómo se dio el desarrollo de nuestra personalidad, nuestra niñez y las circunstancias por las que nos hemos visto rodeamos. Probablemente es algo que hasta el día de hoy te hayas enterado de que existe y así generalmente todos continuamos con nuestro andar sin ser conscientes de lo que realmente nos esta pasando.
Pero si eres de aquellos que saco bolita blanca en este padecimiento seguramente te preguntarás ¿Cómo fue que llegaste hasta aquí? ¿Qué desencadenó este sentimiento de ser un fraude ante los demás? No te pierdas la próxima entrega, ¡Pronto lo descubrirás!
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