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La tarea más importante a ser lograda durante el compromiso no es planear la boda, sino el apoyo y asesoramiento prematrimonial con un pastor calificado o un profesional especializado. Cada pareja debería tener un mínimo de seis sesiones de ese tipo antes de casarse.

Etapa 7: Matrimonio. El matrimonio se diferencia de las etapas anteriores en que es la última y se vincula con los procedimientos legales y los juzgados necesarios para disolver la relación por medio del divorcio. Tiene que ser la continuación de la fase romántica de cortejo, caracterizada por afectividad, respeto, cortesía y diversión. Todo junto.

Poniendo el carruaje delante del caballo

Desafortunadamente, las parejas frecuentemente atraviesan estas etapas fuera de secuencia. Tan ansiosas están por encontrar el amor, que saltean los preliminares y se zambullen en el romance. Pero todo el componente romántico no produce necesariamente amor duradero si no se ha establecido primero una amistad duradera.

La mayoría de las parejas tiene la tendencia a actuar con prisa y casarse demasiado rápidamente. Toda pareja debe salir junta por dos años antes del compromiso. Idealmente, deberá dedicarse un año para la primera, segunda y tercera etapas, a fin de que lenta y cuidadosamente se nutra primero la amistad.

Para ganar el amor y el respeto de su compañero o compañera, muchos muestran sólo su lado mejor y tratan de ocultar sus faltas y errores. Creen que si la otra persona se entera de sus equivocaciones y fallas o idiosincracia serán menos amados. De manera que juegan un papel y actúan por un tiempo como si esas faltas no fueran parte de sí mismos, dejando ver a sus amados sólo lo mejor de sí. Tal comportamiento no es nada más que una máscara.

Pero no muchos pueden enmascarar sus tendencias negativas por todo un año con éxito. Sólo muy ocasionalmente tal juego llega más allá. Por lo tanto, cuando una pareja se precipita al casamiento, sus componentes no se permiten tomar el tiempo suficiente para que esa máscara se caiga. Están casándose con alguien que es virtualmente un extranjero, alguien que podrá volverse muy extraño, mucho más de lo que alguna vez hubieran deseado saber.

La rápida aceleración de las relaciones es tan excitante que los sentimientos románticos se mantienen vivos aún cuando se están marchitando. Mientras la euforia se intensifica, la emoción de ser una pareja y hacer cosas agradables juntos no les permite ver la realidad.

Casándose apresuradamente sin tomar suficiente tiempo de conocer a la otra persona, es saltar dentro de una relación basada en suposiciones; suposiciones que pueden asombrar a los componentes del matrimonio.

Ciertos investigadores de la Universidad del Estado de Kansas encontraron “una fuerte correlación…entre extensión de tiempo dedicado a salir por parte de los esposos actuales y su actual satisfacción matrimonial”. Los investigadores notaron que “los matrimonios que se habían estado citando por más de dos años antes del casamiento alcanzaron un nivel consistentemente alto en la satisfacción matrimonial, mientras que las parejas que se habían estado citando por períodos más breves, alcanzaron un nivel en un amplio espectro de muy alto a muy bajo”.

Guillermo y Nina podrían haber salvado su matrimonio si su noviazgo hubiera incluido este esquema de los dos años. Nada llama más rápido mi atención que escuchar a una pareja hablar del matrimonio, pero que no ha salido por suficiente tiempo antes del casamiento. Están por prometerse “hasta que la muerte nos separe” y desestiman seriamente la necesidad de una fuerte relación y capacidad de comunicación necesarias para afrontar las crisis financieras, tiempos de enfermedad, y malos entendidos.

La regla de los dos años se aplica también a los que ya han estado casados previamente. Los que se vuelven a casar pueden sufrir algunos de los más grandes fiascos, pues por considerarse “experimentados” creen que pueden ahorrarse todas “esas cosas de chicos”. “Después de todo”, declaran, “nosotros no somos adolescentes”.

Cada pareja, sin importar su edad, circunstancias o experiencia, debe tomar dos años completos para evaluar su preparación para el matrimonio. Cuando lo hacen tienen una significativa posibilidad de hacer una buena elección. El consejo más importante que doy a las parejas puede resumirse en dos palabras: “¡Tómense tiempo!”

Relaciones pausadas

Progresar demasiado rápidamente en una relación causa un par de problemas. Primero, hay una fuerte posibilidad de que la pareja no reduzca el paso lo suficientemente como para desarrollar las cualidades necesarias para mantener una relación prolongada. La capacidad de relación como comunicación, resolución de conflictos o negociación de tensiones de poder, podrían no ser probadas. Las parejas inmaduras tienden a resolver sus conflictos en el lecho, especialmente si este patrón de conducta ha sido aprendido en el pasado, y a la primera insinuación de dificultad esta es señalada como una seria amenaza.

Segundo, el desarrollar una relación con una persona del sexo opuesto es tan electrificante que es necesario extender el desarrollo de la intimidad sobre un período de tiempo para que se produzca una real profundidad. El deseo irresistible de dedicar la mayor cantidad posible de tiempo a estar juntos impulsa a la pareja hacia la intimidad física y el compromiso.

Cuando los integrantes de una pareja experimentan una fuerte atracción sexual, asumen que están enamorados y se casan sobre la base de la excitación sexual nada más. Ignoran hechos, indicativos de sus valores, objetivos y sistemas de creencias que pueden hallarse en las antípodas de cada uno. Después que se han casado, descubren que tienen muy pocos intereses en común y sus personalidades son incompatibles. Difieren en muchos aspectos de la vida, desde qué hacer un día libre hasta cómo gastar el dinero. En el medio de tal caos, descubren que su interés sexual también va declinando. Cuando despiertan a lo que cada uno puede ver ahora en totalidad, se divorcian. No estuvieron enamorados sino “infatuados”.

El desarrollar intimidad física es más excitante y menos trabajoso que desarrollar la intimidad a nivel emocional, espiritual y de amistad. Esto hace que la intimidad física sea más difícil de controlar. Pero puede ser controlada si la pareja selecciona cuidadosamente sus actividades en el noviazgo. Es posible desarrollar algunas relaciones lentamente pero seguras a nivel de amistad, en tanto que otras las lanzan rápidamente a la intimidad física. El pasar una tarde de exploración de una ciudad histórica es más constructivo que pasar un día acariciándose sobre una manta en la playa.

Cathy Guise, protagonista de la tira cómica, comenta: “Soy hermosa, brillante, talentosa, y dispuesta a compartir mi vida con alguien, Charlene. ¡Quiero soñar con alguien… planear con alguien… Yo quiero estar allí para alguien y quiero que alguien esté allí para mí!”

Charlene le responde: “Mi esposo tiene un buen amigo muy simpático que…”

“¡Yiiik! —chilla Cathy—. ¿Uno en preparación? ¡No quiero nada en preparación! Yo estoy lista para casarme. No estoy preparada para el noviazgo!”

Muchos son como Cathy. El matrimonio es su blanco, pero no quieren tener que atravesar el proceso de prepararse exitosamente para alcanzar su objetivo. Quieren el premio pero no están dispuestos a pagar el precio.

Ustedes pueden ser más sabios que esa gente. Antes de quedar involucrados sexualmente y luego intentar construir una amistad, avancen por medio de la amistad y no retrocedan. ¡Y tómense tiempo!


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