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La financiación de un futuro mejor: predicar con el ejemplo

El debate sobre los ODS y el Acuerdo de París se ha centrado en gran parte en la magnitud del reto, que se calcula que necesitará una inversión anual de entre cinco y siete billones de dólares. Si bien hay numerosos ejemplos de acción que son motivo de esperanza, debemos esforzarnos más para reorientar el flujo de capital privado hacia la creación de capacidad de adaptación y la inversión en escenarios frágiles y afectados por conflictos, así como a garantizar que se estructuren marcos normativos que incentiven la inversión y eliminen los riesgos.

La estrategia para financiar la Agenda 2030 del Secretario General, hecha pública en la Reunión de Alto Nivel sobre Financiación celebrada durante la Asamblea General de la ONU de 2018, se centra en la armonización económica y de políticas, en la aplicación a escala regional y nacional, y en la digitalización y la tecnología para la inclusión financiera.

Este año pondrá a prueba la financiación, sobre todo si las actuales fluctuaciones de la bolsa provocan una desaceleración económica mundial

A lo largo de 2019, el Secretario General trabajará con los organismos y los Estados miembros de Naciones Unidas, y en colaboración con el sector privado y la sociedad civil, con el fin de poner en práctica la estrategia y propiciar resultados factibles en cada uno de los pilares. En septiembre de 2019, la Asamblea General de la ONU convocará un Diálogo de Alto Nivel sobre Financiación para el Desarrollo que brindará una ocasión decisiva para lograr compromisos políticos que permitan avanzar en el programa.

En 2019 habrá también conversaciones importantes en materia de financiación para la salud mundial. Un hito significativo tendrá lugar en febrero en la Cumbre de la Unión Africana sobre Recursos Domésticos, y otro en octubre con el Fondo Mundial. Además, se esperan nuevos compromisos de financiación por parte de la Iniciativa para la Erradicación Mundial de la Poliomielitis y el Servicio de Financiación Global, así como el impulso continuado de la comunidad inversora en las cumbres del G-7 y el G-20, que será decisivo para ampliar las iniciativas relacionadas con la financiación de los ODS y la lucha contra el cambio climático.

Está por ver si estas declaraciones y estos compromisos se traducen en inversiones reales. ¿Se predicará con el ejemplo en 2019? Este año pondrá a prueba la financiación, sobre todo si las actuales fluctuaciones de la bolsa provocan una desaceleración económica mundial. Las empresas, los inversores, los Gobiernos y los socios deberían esforzarse más en administrar y profundizar las iniciativas centradas en la rendición de cuentas y en cambiar la tendencia en las áreas más críticas.

Una ONU más moderna y eficaz.

Desde el comienzo de su mandato, el Secretario General de la ONU Antonio Gutiérrez ha dado prioridad a la modernización y la reforma de la organización, y en 2018 la guio a lo largo de tres líneas de reforma relacionados: la paz y la seguridad, la gestión, y el sistema de desarrollo. En conjunto, las tres representan uno de los cambios estructurales más significativos de la historia de la organización. Las innovaciones tendrán repercusión en todas las oficinas, comisiones regionales e intervenciones sobre el terreno de Naciones Unidas. Los motivos para la reforma son convincentes. La ONU necesita adaptarse para tener mayor influencia y ser más capaz de anticiparse y responder al mundo de hoy y del mañana. Esto exige una organización más moderna que pueda ofrecer resultados sobre el terreno y ser modelo de un multilateralismo eficaz e influyente.

El Secretario General y la organización se centrarán ahora en poner en práctica estas reformas. A partir de enero de 2019, en la ONU se producirá:

  •  La redefinición del posicionamiento en el sistema de desarrollo: en países de todo el mundo habrá coordinadores residentes independientes y con poderes cuya tarea consistirá en dar apoyo a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
  • La reestructuración de la paz y la seguridad: dos nuevos departamentos (el de Asuntos Políticos y Consolidación de la Paz y el de Operaciones de Paz) permitirán a la organización centrarse más en evitar los conflictos y mantener la paz;
  • La reforma de la gestión: dos nuevos departamentos (el de Estrategias y Políticas de la Gestión y de Conformidad y el de Apoyo Operativo) permitirán dar un apoyo más eficaz al cumplimiento sobre el terreno de los mandatos de la ONU.
    Estas líneas de reforma se complementaron con otros elementos adicionales:
  •  La estrategia de igualdad de género del Secretario General logró la paridad en el Grupo Superior General del mandatario y entre los coordinadores residentes de nueva designación;
  • El programa Acción para el Mantenimiento de la Paz facilitará a la misiones de mantenimiento de la paz la ejecución de los mandatos de protección que les han sido encomendados y su contribución a una paz duradera y sostenible;
  • La estrategia de juventud ha otorgado un papel más importante a una generación más joven y empoderada;
  • El Equipo de Trabajo Conjunto OMS-Sociedad Civil hizo públicas nuevas recomendaciones para reforzar la cooperación entre la Organización Mundial de la Salud y las organizaciones de la sociedad civil;
  • Por último, se creó el Panel de Alto Nivel del Secretario General sobre la Cooperación Digital con el fin de poner de relieve de qué manera la tecnología digital puede tener un efecto transformador, y cómo mitigar las consecuencias involuntarias que provoca.

En 2019, el Secretario General y la ONU se dedicarán a poner en práctica estas reformas. De hecho, la eficacia de estos esfuerzos de modernización se juzgará no tanto por la creación o reagrupamiento de oficinas por parte del organismo internacional como por la medida en que estos aumenten la influencia de la organización en la paz, la estabilidad y el progreso mundiales.

El primer año de aplicación se desarrollará contra un telón de fondo de amenazas aún más graves para la cooperación mundial en general, incluida la propia ONU. Será clave la manera en que estos cambios hagan posible que la organización se adapte a un mundo que se transforma a un ritmo vertiginoso y evolucione con él.

Acabar con las desigualdades y defender los derechos humanos.

Mientras la ONU celebraba en 2018 el 70º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el mundo asistía al 12º año consecutivo de reducción de la libertad mundial, con 71 países sometidos a una restricción neta de las libertades políticas y civiles. Los avances hacia la igualdad de género experimentaron un estancamiento general, mientras que movimientos como #MeToo y #Time’sUp siguen mostrando el grado y la gravedad de la discriminación a la que se enfrentan las niñas y las mujeres. En muchos lugares, sus derechos se están deteriorando, y una legislación perjudicial les niega la justicia y la dignidad. Harán falta 200 años para salvar la brecha salarial en todo el mundo.

El año 2019 será decisivo para demostrar que el mundo se toma en serio la lucha contra las desigualdades, pero también para que comprenda que los movimientos sociales y políticos se alimentan de la división entre los que tienen y los que no tienen.

Es importante señalar que habrá oportunidades para poner de manifiesto las desigualdades y dar pasos significativos:

  • La desigualdad será un objetivo a reconsiderar en julio, cuando se lleve a cabo la revisión de los ODS de este año.
  • La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo se reunirá con la vista puesta en situar los derechos humanos en el centro del desarrollo.
  • La Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer celebrará su 63ª sesión en la ONU.
  • Francia armonizará los esfuerzos del G-7 en torno a la lucha contra una serie de desigualdades.
  • El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas convocará un debate extraordinario entre sesiones sobre la buena gobernanza y la puesta en práctica de los ODS.
  • Estados Unidos celebrará el centenario de la aprobación en el Senado de la 19ª Enmienda, que concedió a las mujeres el derecho al voto.

Todo esto, sin embargo, será una oportunidad perdida si no va acompañado de compromisos significativos para solventar las desigualdades a escala mundial y local y, al mismo tiempo, proteger y preservar los derechos humanos en todo el mundo.

Por eso, la ONU y sus socios deberían reafirmar su compromiso con la defensa de los derechos humanos en todo el planeta. Como expuso el Secretario General Guterres en el primer encuentro anual del Foro de París por la Paz: “La lucha contra las desigualdades mundiales debe ser la brújula que guíe la labor de las organizaciones multilaterales”.

Si bien la reciente adopción del Pacto Mundial sobre Migración por parte de más de 160 países y el nombramiento de Michelle Bachelet como nueva Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos son motivo de celebración, también hay razones para preocuparse, ya que el número de países que corren el riesgo de retroceder en sus avances y de violar los derechos de los grupos minoritarios ha aumentado. Será necesario prestar una atención considerable para garantizar que los derechos humanos sean la prioridad y que la comunidad internacional cumpla la promesa de que, como se afirma en el Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.


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