Cúpula / Ruta para limpiar la Zona Metropolitana de Puebla (ZMP)
Columna publicada el miércoles 21 de mayo en el portal Periódico Central
La doble ejecución de elementos de la policía estatal a manos de una célula del crimen organizado es un reto a las instituciones.
La delincuencia se muestra empoderada y desafiante.
Lo hemos apuntado en incontables ocasiones y habremos de repetirlo otras tantas.
Todo tiene una razón y una causa. El epicentro de la telaraña delictiva es el narcomenudeo.
Todos los levantones y homicidios que presenciamos tienen una relación directa con la venta de narcóticos.
En Puebla afortunadamente no tenemos narcotráfico; es decir no hay movimiento de grandes cantidades de enervantes; tampoco es un estado productor de estupefacientes o fabricante de drogas sintéticas.
Lo que sucede en la entidad es una salvaje e indiscriminada venta de enervantes en pequeños expendios; les llaman tienditas.
Puede ser una casa común, una miscelánea, un taller de tatuajes, pero generalmente es el mismo domicilio del distribuidor, el llamado “dealer”.
El aparato de Seguridad Pública debe abocarse a esos puntos; catear y desarticular célula por célula hará que de inmediato bajen los índices delictivos, asesinatos, robos y asaltos.
Además, el celular de cada narcomenudista es un verdadero compendio criminal.
Arroja más información que diez interrogatorios.
Ahí están los contactos, las llamadas, mensajes entrantes y salientes, acuerdos con otros delincuentes.
Datos de ladrones de autopartes, asaltantes de negocios, alias de los “monta choques”, referencias a lenones o tratantes de mujeres.
Si cada semana se golpea a una célula de narcomenudistas –desde los grandes, aquellos que venden en la zona de antros de Cholula, hasta los pequeños que están en las cachimbas–, en cinco meses Puebla será uno de los estados más seguros del país.
Las cachimbas son pequeños tugurios que están a orilla de las carreteras, en juntas auxiliares o en municipios del interior.
De manera visible las cachimbas ofrecen cerveza a sus clientes, pero detrás del mostrador tienen todo un catálogo de enervantes, principalmente el “cristal”.
Si la Secretaría de Seguridad Pública decide catear una casa de narcomenudistas por semana, en unos meses Puebla se pacificará.
El ex gobernador Sergio Salomón Céspedes en varias ocasiones expresó que la mayor obra de un gobierno es la seguridad.
Lamentablemente algunos de sus colaboradores nunca entendieron la dimensión de sus palabras.
La crisis de violencia que actualmente azota a la Zona Metropolitana de Puebla (ZMP) es producto de dos efectos nocivos: la pasividad del ex secretario de Seguridad Daniel Iván Cruz Luna y la complicidad de los mandos policiacos de Eduardo Rivera Pérez.
Si el lector hace un breve repaso de los últimos tres años y se busca cuántos cateos se realizaron, cuántas guaridas de narcomenudistas se desarticularon, encontraremos que no pasa de cinco inmuebles.
Durante los últimos años la pasividad y la indiferencia fueron la constante.
El aparato de seguridad estatal y municipal nunca tocaron al narcomenudeo.
Y hoy vemos las consecuencias.
El monstruo creció y se extendió por todos municipios de la Zona Metropolitana de Puebla.
De ahí vienen las ejecuciones.
El día que las dependencias responsables de seguridad y procuración de justicia decidan enfrentar a la delincuencia deberán comenzar por las células de narcomenudeo.
Se debe reconocer que en Puebla el gobernador Armenta mantiene el bono de confianza que le entregó el electorado.
Aún los sectores de oposición que no le dieron el voto, reconocen que es un mandatario con el carácter y la firmeza para enfrentar al crimen.
Pero no debe dejar pasar más tiempo.
Sus colaboradores más cercanos deben entender que el voto popular no es un cheque en blanco.
La mañana del lunes 19 de mayo el Ejecutivo señaló que había sostenido una dura reunión de seguridad.
Se deduce que le leyeron la cartilla a varios de los responsables del área.
Y es que la sociedad espera resultados contundentes.
La batalla debe comenzar en las guaridas de los narcomenudistas, en los antros que distribuyen enervantes, en las cantinas y cachimbas de las juntas auxiliares.
De la misma forma a través de la Policía Cibernética se deben enfrentar las redes de venta en grupos de Whats App y Telegram.
Estaremos atentos.
cupula99@yahoo.com
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