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Cúpula / La disyuntiva de Sheinbaum

Columna publicada el martes 5 de agosto de 2025 en El Sol de Puebla.

El panorama no es sereno, ni benévolo.

Por el contrario, el contexto nacional se muestra enrarecido a niveles inéditos.

Morena es el más joven de los partidos políticos.

Este es su segundo sexenio al frente de la presidencia de la República, pero las señales de agotamiento y envejecimiento prematuro son inocultables.

Las pugnas al interior del partido quedaron exhibidas luego de la salida del Tlatoani tabasqueño.

Ahora es evidente que la presidenta Claudia Sheinbaum es la representación de aquella máxima que reza “Sé agradecido, pero no esclavo del agradecimiento”.

Su lealtad a López Obrador es firme, pero esto no quiere decir que deba encubrir la pudrición del pasado sexenio.

En tan solo seis años Morena rebasó todos los vicios y excesos del viejo PRI y la docena trágica panista.

Si bien para millones de mexicanos López Obrador aún es un símbolo, su partido y aliados se derrumban aceleradamente.

Ante todo queda exhibida la incongruencia entre el discurso de la austeridad frente a las evidencias que muestran una salvaje corrupción en la construcción del Tren Maya, Dos Bocas y el Corredor Interoceánico.

Aquellas arengas del “humanismo mexicano” chocan con las infames condiciones del sistema de salud y el criminal desabasto de medicamentos.

Para muchos mexicanos el ex presidente aún permanece en un pedestal, pero sus incondicionales se desmoronan.

La realidad debe leerse al ras de la banqueta donde la sociedad rechaza las gestiones de gobernadores que distan mucho de la honestidad proclamada.

Personajes como Evelyn Salgado de Guerrero, Marina del Pilar Ávila de Baja California, Layda Sansores de Campeche, Rocío Nahle y Cuitláhuac García Jiménez de Veracruz, Américo Villarreal de Tamaulipas o Cuauhtémoc Blanco de Morelos son el emblema de un partido en estado de putrefacción.

Noticias del imperio.

Al precipitado desgaste interno se debe agregar un factor externo.

No se trata solo del discurso de Trump.

De hecho, todo el “stablishment” estadounidense está en pie de guerra contra el régimen mexicano.

Republicanos y demócratas sostienen una aguerrida pugna, pero cuando se trata de México se unen para condenar al narco estado.

En días recientes el diario The New York Times publicó una amplia nota sobre Adán Augusto López Hernández misma que debe leerse en este contexto.

El gobierno de Estados Unidos influirá para remover al líder del Senado mexicano.

No existe posibilidad de que el tabasqueño sea extraditado, pero si quedará en calidad de cadáver político.

Con esto Washington le pasa otra factura al “hermano” Andrés Manuel López Obrador quien pensó que su alianza con el eje Moscú – Beijing – La Habana – Caracas – Teherán, no tendría consecuencias.

El castigo y la represalia son evidentes.

En este escenario caótico, la presidenta Claudia Sheinbaum se yergue por su pulcritud.

No existe una sola evidencia que pueda relacionarla con grupos criminales.

Tampoco se conocen datos de injerencia alguna en la corrupción de las mega obras del pasado sexenio.

En realidad Sheinbaum tiene las manos limpias.

Algo que es inusual, atípico en una clase política completamente embarrada en enjuagues con el narco o la industria del huachicol fiscal.

La presidenta enfrenta una disyuntiva medular, depurar a su partido, sacudirse a las rémoras o permitir que sigan operando coludidos con el crimen organizado.

Algo que -tarde o temprano-, provocará la extinción del partido guinda.

Al tiempo.

cupula99@yahoo.com


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