Cúpula / Eduardo Rivera: el derrumbe del Yunque
Columna publicada el martes 6 de mayo de 2025.
Las evidencias muestran una de las administraciones municipales más corruptas de las últimas décadas.
La descomposición fue generalizada en regidurías y direcciones.
Los informes oficiales señalan un daño patrimonial que excede por mucho lo visto en otros trienios.
En realidad estamos ante el mayor saqueo en la historia de la ciudad de Puebla.
Al mismo tiempo presenciamos 15 años de desintegración del panismo.
En 2010 el ascenso del morenovallismo fue una embestida a la verdadera militancia azul. Entonces fueron borradas las bases; se atropelló a los grupos tradicionales para sustituirlos por un bloque que utilizó la política para su modelo de negocios.
A la caída del helicóptero Agusta el albiazul quedó decapitado.
Era el proyecto de un solo hombre y con su deceso el grupo se diluyó.
En los días posteriores la escena fue dantesca; sin su jefe el morenovallismo se desintegró aceleradamente.
Ni siquiera pudieron formar un frente de resistencia.
En ese momento parecía que Eduardo Rivera Pérez era la única figura que podía tomar las riendas y llevar al blanquiazul a un nuevo horizonte.
Las circunstancias lo favorecieron en la elección de 2021 y tuvo en la mano todas las oportunidades para erguirse como el nuevo jefe político del panismo.
Sin embargo lo devoró su vocación sectarista y hermética; una cerrazón pocas veces vista en un presidente municipal.
Pese a las múltiples voces que señalaban los errores y excesos de su Ayuntamiento, Rivera hizo oídos sordos.
Se encerró a piedra y lodo con la cofradía de Montiel Solana, Arrubarrena y compañía e ignoró a quienes lo conminaban a corregir el rumbo.
En ese contexto en Cúpula apuntamos: está fuera de lógica buscar la gubernatura.
Si Rivera busca la senaduría de primera minoría tendrá tribuna durante seis años y la oportunidad de volver a escena en el 2030.
Sucedió lo contrario; el jefe yunquista se lanzó a una aventura sin pies ni cabeza; gastó su escaso capital político en una campaña en la que no tenía posibilidad alguna.
Hace poco más de 20 años Rivera fue presidente del Comité Directivo Estatal (CDE) del PAN y entonces recorrió el estado, algo que jamás volvió a hacer.
Ni siquiera los fines de semana.
Durante dos décadas Rivera dio la espalda a la base militante y cuando regresó ya no fue bien recibido.
Sus actos eran opacos y deslucidos.
Ni remotamente logró encender los ánimos azules que Moreno Valle levantó en 2010.
Lo que siguió fue una derrota anunciada.
Empero su tragedia apenas estaba por iniciar.
A la llegada del alcalde José Chedraui Budib se anticiparon acciones legales por el llamado “hoyo financiero” en el Charlie Hall
En días recientes la Auditoría Superior del Estado señaló que las observaciones al Ayuntamiento yunquista ascienden a mil 100 millones de pesos.
Repetimos es el mayor saqueo en la historia de Puebla capital.
A estas alturas es evidente que la carrera política de Rivera Pérez está liquidada.
Se evaporó el proyecto de colocarlo en un cargo en el Comité Ejecutivo Nacional.
Sus otrora aliados ahora le dan la espalda.
La caída de Rivera representa también el derrumbe del Yunque poblano, la cofradía inexpugnable que se corrompió por la ambición y la codicia.
La hermandad de derecha tardará -por lo menos-, una década en levantarse de este descalabro.
Pero Eduardo jamás podrá recuperarse.
Al tiempo.
cupula99@yahoo.com
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