Cúpula / Brotan expresiones de hartazgo

Columna publicada el martes 18 de noviembre de 2025.
Corre el segundo sexenio de Morena; apenas han avanzado siete años al frente de la presidencia de la República, pero el desgaste es evidente.
En este momento la gran pregunta es si los programas sociales podrán contener los brotes de inconformidad social que están despertando en diferentes puntos del país.
El régimen morenista apuesta a sostener su hegemonía gracias a los apoyos sociales.
Es su baluarte, pero hoy surgen, emanan expresiones ciudadanas que amenazan con desbordarse.
La llamada Marcha Z, que fue convocada después del crimen en Uruapan se presentó como un movimiento juvenil, la primera marcha de una nueva generación de mexicanos, pero fue evidente que el tema escaló más allá.
Las balas que segaron la vida de Carlos Manzo despertaron la indignación de diferentes sectores sociales que no están de acuerdo con las políticas de Morena.
El luto en Uruapan dio forma y cauce al reclamo social de un país que llega a su cuarto sexenio de narcoviolencia.
El clamor va desde Ciudad Juárez, en su momento considerado “el epicentro del dolor”, hasta las poblaciones indígenas de Chiapas, pasando por infiernos como Sinaloa, Tamaulipas, Michoacán, Guerrero, que están fuera de control.
El punto central es que cada día son más los sectores que acusan no un Estado incompetente, sino abiertamente cómplice.
Grupos ciudadanos que señalan a sus gobernadores de tener compromisos con los cárteles y su feudo de terror.
Durante los primeros años de la catástrofe humanitaria que en Cúpula hemos llamado el ‘Holocausto Mexicano’, algunos académicos y organizaciones civiles todavía discutían sobre la legalización de las drogas como una forma de paliar la criminalidad.
Ese debate ya quedó rebasado, es obsoleto.
El renglón de los narcóticos quedó como un modelo anquilosado.
Ante un Estado cómplice el crimen organizado encontró en la extorsión de sectores productivos uno de sus principales ingresos.
Imponer cuotas a los industriales de Ciudad Juárez, a los ganaderos de Tamaulipas, a la industria pesquera de Baja California, a los productores de limón y aguacate de Michoacán, a los zapateros de León o los tianguistas del Estado de México.
Ese es el eje de sus actividades.
Muy aparte está el negocio internacional de las drogas sintéticas.
Y sobre todo lo anterior ahora se impone la industria del huachicol fiscal que sigue entrando a México, ya no en buques, sino en camiones cisterna que cruzan las garitas en un despliegue que sobrepasa a la autoridad presidencial.
En este escenario el dolor de Uruapan detonó un reclamo nacional de alto a la violencia, pero aparte están otros sectores agraviados como los derechohabientes de un sistema de salud que fue menguado de manera deliberada.
Cancelaron los contratos de la compra de medicamentos para sustituirlos por una “megafarmacia” que tuvo un costo de 15 mil millones de pesos.
Un saqueo salvaje toda vez que la referida bodega no cuenta con medicinas.
El desabasto continúa en todo el país.
Al cóctel de inconformidad social añada la movilización de campesinos que están exigiendo precios de garantía y una banca de desarrollo rural.
Como parte del discurso presidencial maniqueísta y polarizador se acusa a la oposición (el referido PRIAN) de manipular esos movimientos.
No se percatan que la indignación social es un roble y los membretes de oposición un carrizo.
Es un grave error de la presidenta Sheinbaum subestimar y menospreciar la indignación social que por diferentes motivos y en distintos puntos se está levantando.
Al tiempo.
cupula99@yahoo.com
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