Cúpula / Aún por conocer la esencia del sexenio armentista.
mar 17 dic 24 / Pese a las espinosas diferencias que caracterizaron la relación entre Mariano Piña Olaya y Manuel Bartlett Díaz, en realidad eran muy semejantes.
Ambos tenían trayectorias ajenas a Puebla; los dos llegaron por imposiciones desde Los Pinos.
Asimismo compartían una velada aversión y desprecio por la clase política local.
Siempre vieron a los protagonistas locales como aldeanos.
Con el paso de los años Piña Olaya se convirtió en uno de los gobernadores más aborrecidos en la historia local.
En tanto que Bartlett era temido, pero después fue ignorado.
Llegaría el turno de Melquiades Morales Flores quien caminó hasta Casa Puebla por una senda completamente local.
El hombre de Santa Catarina Los Reyes nunca perdió esa esencia social.
Desde el primer día de su gobierno trazó su perfil: “Quiero ser como el Doctor Toxqui que cuando termine pueda caminar por las calles de Puebla”.
El cometido lo logró con creces.
Al día de hoy Melquiades puede sentarse en cualquier cafetería de Xicotepec de Juárez o Tehuacán y antes de terminar su taza de americano vendrá una docena de saludos y abrazos.
Se trata del gobernador más querido que tiene Puebla.
Llegaría el sexenio de Mario Marín Torres de quien jamás sabremos cual hubiera sido su perfil medular.
El oriundo de Nativitas también tenía una trayectoria local.
Era muy conocido en grandes sectores.
Sin embargo nunca pudo desprenderse de la fobia que sentía por la prensa crítica que lo fustigó en su paso por el Ayuntamiento de Puebla.
En Cúpula lo hemos dicho con toda puntualidad.
La persecución contra Lydia Cacho era un velado mensaje contra el Quintacolumnista Mario Alberto Mejía a quien le decía: “Sigues tu”.
Un sexenio desastroso abrió paso a la alternancia y llegó Rafael Moreno Valle.
El gobierno estatal se convirtió en un enorme modelo de negocios.
Todas las obras fueron una máquina para generar billetes rumbo a una hipotética campaña presidencial.
Más tarde vendría la mini-gubernatura de Tony Gali Fayad quien hizo de su carácter afable y amistoso el eje central de su periodo.
Sabía que no tenía tiempo para hacer grandes obras y que Rafael no lo dejaría
El efímero periodo de Martha Erika Alonso Hidalgo fue para ella una pesada carga.
La señora hubiera preferido el privilegio de ser madre en lugar de diez gubernaturas.
En realidad nunca disfrutó de la política.
La tragedia abrió paso al interinato de Guillermo Pacheco Pulido quien actuó como siempre lo ha hecho, calculador y frío.
Luego llegaría el primer gobierno emanado de Morena que no pudo concretar una línea, un eje constructor.
En lugar de eso Barbosa Huerta hizo de la confrontación el sello toral de su gestión.
En un juicio realista así debe reconocerse.
Al deceso de Barbosa el arribo de un poco conocido diputado local sorprendió a todos.
De Sergio Salomón Céspedes solo se sabía que había arrancado en su natal Tepeaca.
Su periodo fue de política pura, ajena a cualquier apasionamiento.
Con una rapidez pasmosa se convirtió en un gran constructor y lo hizo sin generar deudas.
En 2024 llega Alejandro Armenta con una legitimidad indiscutible.
Ganó el proceso interno de Morena y luego arrolló en la elección constitucional.
Al margen de las encendidas polémicas de la puja morenista, es inapelable que Armenta tiene una legitimidad social que no se veía desde el periodo de Melquiades Morales.
Sin embargo la esencia y la naturaleza de su sexenio aún están por conocerse.
Estaremos atentos.
cupula99@yahoo.com
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