“Cuando las puertas se abran,
¿Habremos aprendido?
A buscar el abrazo, agradecer por el amigo, a compartir el café,
el beso y el sentido de la hermosa compañía de aquel que está conmigo.
Cuando las puertas se abran,
¿Habremos aprendido?
A dejar la pantalla, de imágenes sin sentido, y ver el rostro alegre del que conversa conmigo,
de aquel que es ignorado, por estar sumergido, en virtuales compañías, que de nada han servido.
Cuando las puertas se abran,
¿Habremos aprendido?
Que la maestra gana poco, por explicar las tareas, por comprender a mi niño de cuán importante son los valores que él se
lleva consigo, en la pesada mochila de la poca atención que le brindo.
Cuando las puertas se abran,
¿Habremos aprendido?
Que el médico es un héroe, de bata y barbijo, que entrega su vida para salvar como un Cristo, que aceptó este trago amargo entre salas y pasillos sin poder ver a los suyos, porque tu y yo estemos vivos.
Cuando las puertas se abran,
¿Habremos aprendido?
Que la misa es dispensario del pan, de Jesús vivo.
Que lo dejamos de lado por el fútbol del domingo, por la plaza, los encuentros, por el pariente que vino, porque mañana ya es lunes por el agitado ritmo que vivo, y hoy lo busco y me arrodillo ante la pantallita, y es irónico te digo.
Cuando las puertas se abran espero, mi amigo que la lección de la vida la hayamos aprendido.
Que la conciencia de todos, es la llave del futuro y si crees del destino.
Hoy, hoy quédate en tu casa, abrázalos a tus hijos por aquellos que no pueden, y por los que fueron vencidos.
Hoy quédate en tu casa y pídele al Universo conmigo que cuando las puertas se abran algo hayamos aprendido”.
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