Select Page

Anllely Cruz Armenta
Psicoterapeuta

Mucho hemos escuchado últimamente sobre “sanar El Niño interior”, buscarnos dentro del corazón y sacarnos a dar una vuelta, pues el día a día nos exige ir vestidos de traje y saco y andar en el papel de adultos responsables por la vida. Esto no es malo, sin embargo el lograr no solo tocar al pequeño que mora bajo nuestra piel y ropas si no apapacharle y ayudarle a mirarse con ojos de amor es un acto que nos cambiará los días.  ¿Quieres intentarlo?

Ejercicio 1.- El Espejo: siéntate en un lugar tranquilo frente a un espejo y contempla tu aspecto por algunos minutos. Mira cómo eres ahora y realiza un pequeño repaso de las cosas a las que has enfrentado y hasta dónde has llegado, luego cierra tus ojos y mírate dentro de la misma habitación acompañándote cuando eras Niño, habla con él y con todas las habilidades y fuerzas que ahora tienes compártele que serás tú quien esté a su servicio, quien le cuidara e incluso podrá llevarle a concluir los sueños que de pequeño tuvo y tal vez no logró. ¿Qué tal si van juntos a algún sitio que siempre deseaste a los 7? ¿Qué te parece que ahora pueda tener esa figura de acción que a los 6 siempre deseo? Seguramente de tu mano ira mucho más feliz.

Ejercicio 2: La carta: ¿Qué te parece mensajear con tu pequeño del pasado y que justo pudiese decirte todo aquello que necesita para ser feliz? Vas a poder conocer sus más profundos amores y tal vez algunos de sus miedos. Este ejercicio te llevará a la introspección y te ayudará a dar voz a quien vive en ti ¿listo? Ocuparás dos bolígrafos o colores distintos y una hoja blanca. Siéntate en un lugar tranquilo con una luz tenue y comienza a escribir la pregunta que desees hacerle a tu Niño para conocerlo ¿qué te hace feliz? ¿Cuáles son tus sueños? ¿Qué te pone triste? ¿Cómo te sentías en el colegio? Luego, con el bolígrafo de otro color y con la mano que normalmente no utilizas, escribe la respuesta, seguro te maravillaras de las cosas que puede contarte tú Niño.

Ejercicio 3: ¡vamos a jugar! No hay mejores maestros que los niños, si en tu casa o cerca de donde vives tienes la fortuna de convivir con ellos, ¡invítalos a jugar contigo! Propón una pequeña reta de fútbol o un divertido caras y gestos. Vuélvete el chico que salía con sus vecinitos por volver mágica la tarde.

Ejercicio 4: Abraza a tu niño interior. En un lugar tranquilo, lleva tus manos al corazón y trae un recuerdo de tu niñez. Contacta con la emoción y las sensaciones que tu niño te trae y luego de unos minutos, dile: A partir de ahora te reconozco, te protejo y te cuido. A partir de ahora escucho lo que tengas que decirme y tomo en cuenta tus necesidades. A partir de ahora ya no estarás solo pues tu y yo vamos juntos.

Que cualquier momento sea un buen pretexto para conocerte, reconocerte y ponerte en paz contigo. Mientras más logres estar en armonía con el pequeñito ser que habita en ti, seras un adulto feliz.


TAGS