Erika Rodríguez Carvajal
Inicio este articulo con una pregunta que creo muy poco nos hacemos y sin embargo la considero elemental en un matrimonio, es como un termómetro de cómo vamos funcionando.
El matrimonio revela y expone quien eres tu en realidad cuando ingresas a esa relación de pacto.
Todos los lugares ocultos y también los defectos quedan en evidencia.
La palabra de Dios nos dice que debemos ser conforme a la imagen de Cristo y ese Cristo debe formarse en nosotros. El resultado de este proceso debiera ser evidente en la relación matrimonial.
Tenemos el llamado a glorificar al otro y no degradarlo.
Nuestra única opción en cualquier encuentro es glorificar o degradar. Degradamos cuando violamos la gloria de persona o cuando usamos la gloria de otros para nuestros propósitos.
Cuando no valoras a alguien, lo degradas.
Envías el siguiente mensaje no hablado: “No me importas demasiado”. Ser amado y apreciado nos da a todos una razón para vivir cada día.
Cuando se nos quita o se nos niega ese don por años, el espíritu de la persona comienza a marchitarse y muere. Una pareja podrá soportar esta privación y permanecer casados por décadas, pero sólo estarán cumpliendo una condena. En los matrimonios de largo plazo donde no se valora a uno o ambos, se levanta una barrera de indiferencia entre el esposo y la esposa.
Cuanto mas dura la pareja, mas alta es la muralla y mayor la soledad de la persona.
El matrimonio es la más poderosa de las relaciones.
Tú y tu cónyuge pueden exaltar al otro o degradarse y robarse la gloria al otro. Disfruta del reflejo de la gloria de Dios en tu cónyuge.
Hónralo, exáltalo.
Cuando estas casado, puedes tanto disfrutar como darle forma a la gloria de Dios en el otro de una manera que nadie más puede hacerlo.
Tienes el llamado de Dios a crear, así que crea, ¿Cómo? Edificando a tu cónyuge.
Glorificas a Dios cuando sacas lo mejor de tu cónyuge y no lo peor, lo más rico, el tesoro.
Existe un potencial sin explotar, sin revelar en tu cónyuge que con tu ayuda, puede surgir y crecer.
Si quieres saber como estar llevando tu matrimonio y como se siente tu pareja, pregúntate y pregúntale a el/ella ¿Cómo es estar casado conmigo?
La respuesta a esta pregunta te permitirá saber cuan eficiente eres como portador de imagen y te ayudara a fortalecerte.
Cuando un matrimonio marcha bien vemos una imagen de dos personas que permiten que el otro desarrolle todo su potencial para convertirse en lo que Dios quiere que sea.
Dios te ha llamado a crecer de formas que jamás soñaste hacer, Significa que tomaste la decisión de desarrollar competencia en esferas en las que antes no manifestabas interés.
Significa correr el riesgo de aprender algo nuevo y quizá a fracasar en el intento.
Nuestro llamado en el matrimonio no es a descargar nuestras responsabilidades sobre nuestra pareja y aumentar su carga, sino a compartir la vida y aligerar la carga.
Un matrimonio que perdure exige un esfuerzo continuo y consciente. Decirnos diariamente “Si quiero” al tener en cuenta a nuestro matrimonio en cada elección que haga.
Esto es un recordatorio de tu compromiso matrimonial. Necesitas recordar que cumplir con el llamado de Dios de servirlo y de reflejar su imagen depende de si cumples tu compromiso y proteges la privacidad de tu matrimonio.
Estarás ayudando a tu cónyuge y él te ayudará a ti a fin de que ambos logren convertirse en la clase de persona que Dios desea que sean. Cada día tienes la oportunidad de decirle a tu esposo cuan importante es su presencia en tu vida.
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