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Al cumplirse el 238 Aniversario del Natalicio del Patricio Simón Bolívar, 24 de julio 1783, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, propició una Ceremonia conmemorativa con el fin de enaltecer la unidad histórica que anima a nuestra región continental de América Latina y el Caribe.

El discurso de AMLO definió a Bolivar como un gran humanista ilustrado en contraposición de egoísmos individualistas “de cuna fina”. Y sin olvidar la poesía de Carlos Pellicer quien refería que hablar del héroe se requieren a las montañas como tribuna.

En su lucha por la independencia de la Gran Colombia, se le reconoce como “libertador” a partir de 1813, engrandeció las libertades en Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, Bolivia, Perú. Siendo la Constitución de Cúcuta un ejemplo a seguir entonces.

A más de las menciones a la admiración de México, debe añadirse su amplia espíritu en la protección que brindó al hijo de Iturbide, así como su inclinación a que México fuera el centro político de la unión de nuestras naciones a las que se Convocó para ese fin al Congreso Afictíonico realizado en Panamá para que después de su trasladó fuera disuelto en la Asamblea de Tacubaya, México.

El Presidente llamó al “sueño de Bolívar” como un proyecto del “idealismo”, no tuvo viabilidad alterna, para enseguida bifurcar su propuesta: por un lado enmendar el Tratado MEC por sus inequidades, y por otra reformar el modelo de unión de los países de América Latina y del Caribe, por encontrarse agotado y de impulsar un nuevo proyecto bajo esquema de la Unión Europea.

Andrés Manuel no tuvo empacho en proponer a Cuba para otorgarle el “premio de la dignidad”, por su ejemplo a la resistencia, por lo que le llamó la Nueva Numancia (¿Y porque no Tenochitlan?)

Estimó el Presidente que es hora de hablar con los gobernantes de EEUU para persuadirlos de que “una nueva relación entre los países de América es posible y caminar juntos”.

Donde existe un factor de dominio; avance del comercio mundial bajo control de los productores gigantes; Estados Unidos y China, donde este último avanza con más rapidez. Así esta carrera determina en parte la inclinación de países de nuestra área para acceder a la multilateralidad. ¿Cuál sería la posición de México ante este dilema?

Bueno si el Presidente estimó como un “idealismo” el sueño de Bolivar y ahora propone la unión de las Américas en base a un proceso de integración arrancando con el libre comercio, ya es hora de calibrar los distintos momentos históricos y la complejidad de comprender la marcha civilizatoria de la humanidad, comenzando por presuponer un realineamiento excluyente a China y otros.

Además América Latina y el Caribe gozan de una unidad cultural e histórica singular, a contracorriente nuestros mercados se encuentran fragmentados y dependientes del imperio norteamericano cuyos intereses son inamovibles en el principio del respeto a sus inversiones que deben recibir un trato preferente.

Por eso cualquier reforma social que modifique sus preferencias e intereses será motivo de conflicto.

Ya Bolívar se anticipa como siempre diciendo, ¿Por donde empezar de nuevo?


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