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Director general del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla.

A escasos veintitrés días que se lleve a cabo el proceso electoral de este año, para la renovación de la Cámara de diputados federal, 15 gubernaturas, Congresos locales y de Presidencias municipales en todo el país, los ciudadanos no están convencidos de ir a emitir su voto y mucho menos de tener ya decidida su preferencia por los candidatos, ya que están más preocupados por salir de sus problemas económicos que con motivo de la pandemia del Covid 19, los han llevado a perder sus empleos, dejar de pagar sus deudas y en un alto porcentaje a ingresar a las filas de la población en pobreza o pobreza extrema, aún y cuando los programas impulsados por el Gobierno federal, se han intensificado para ayudar a las personas de la tercera edad y jóvenes, ello no ha sido suficiente para que sus familias cubran sus mínimas necesidades para su sostenimiento, por lo que se prevé en el escenario más optimista que se dé una participación del 40% del padrón electoral en el proceso y que en algunas regiones podría caer hasta un 35%, debido al desencanto y falta de propuestas que atraigan a los electores.

En el escenario anterior, el uso y manejo de los programas impulsados por el Presidente López Obrador y su partido MORENA, son la garantía de que los beneficiarios de dichos programas, sean quienes le den su voto a los candidatos del partido, bajo la amenaza de que si pierden la mayoría en la Cámara de Diputados, podrían perder lo que actualmente reciben al ganar la oposición.

La polarización de las fuerzas políticas es cada día más evidente, entre los liberales y conservadores, de acuerdo al discurso presidencial o de quienes están a favor de la 4T y de quienes están en contra y por ende están calificados como enemigos del régimen, sin tomar en cuenta que una gran mayoría de mexicanos no se identifican con ninguno de estos grupos, sino únicamente desean un gobierno que logre impulsar al país a un mejor desarrollo y a garantizar un mejor futuro para sus familias.

Uno de los elementos que también inciden en forma negativa en las elecciones, es el que la delincuencia continua con sus actividades, sin dejar de avanzar, originando día a día mayor inseguridad en diferentes estados y municipios del país y nadie puede ponerle freno, ni las policías municipales, la guardia nacional, ni el ejército, ellos continúan con sus actividades, sin ningún cambio, si lo comparamos con los gobiernos anteriores de Fox, Calderón y Peña Nieto.

Es evidente que los grupos de la delincuencia organizada, también tienen a sus candidatos y desde hace varios procesos han conducido al poder a representantes de ellos, que les permitirán trabajar a placer sus territorios y evitar ser perseguidos u hostigados, lo que explica los homicidios de más de veinte candidatos que han perdido la vida en pleno proceso y que seguramente estorbaban a los intereses de dichos grupos, que no desean tener problemas a futuro para seguir con sus actividades delincuenciales, por lo que me pregunto ¿con qué grado de confianza los ciudadanos irán a votar a dichos candidatos? Si saben de sus nexos con dichos personajes y que las cosas no cambiarán con gobiernos coludidos con la delincuencia.

Otra de las situaciones que se prevé ocurran el seis de junio, es el acarreo masivo de los electores y la compra masiva del voto en por lo menos el 80% de los lugares donde habrá elecciones, y que se cotizan desde ahora entre 300 a 1000 pesos, lo que difícilmente podrá ser frenado por las autoridades locales y federales, ya que a pesar de existir las denuncias y pruebas de los hechos, por la complejidad del proceso, seguramente se quedarán sólo en eso, sin que se llegue a atrapar a los responsables y a sancionar a los candidatos beneficiados con esta práctica.

Así, los ciudadanos, tienen ante sí el dilema de abstenerse de votar, votar por MORENA para evitar perder los beneficios de los programas sociales, votar por los partidos de oposición con la esperanza de que haya un cambio que les beneficie o vender su voto al mejor postor, sin importarles de quien se trate, sino sólo pensando en un beneficio económico que sólo les servirá para atender un gasto de momento.

Ese es el panorama que tenemos enfrente todos los ciudadanos, nunca como ahora estamos llegando a unas elecciones tan divididas en opiniones y con tantos factores que ponen en duda la confianza en los partidos, los candidatos y las autoridades electorales, cuya confiabilidad ha sido mermada por el propio Presidente de la República, quién no sólo tiene metidas las manos en el proceso, sino todo el cuerpo, preocupado por perder la mayoría de su partido en la Cámara de Diputados y amagando incluso con hacer uso de las fuerzas armadas, para meter el “orden” en los municipios donde se presenten problemas o delitos el día de las elecciones.

Debe prevalecer la civilidad y que exista un voto consciente y razonado de los electores, ya que se encuentra en juego la democracia mexicana, sin importar quién gane, debe cumplirse la voluntad ciudadana que se expresará en las urnas.

Garantizar una elección. Tranquila, transparente y confiable, es responsabilidad de las autoridades de los tres órdenes de gobierno y de las autoridades electorales locales y federales; sólo así México podrá transitar a un trienio donde prevalezca un nuevo orden y se antepongan los intereses de los grupos en el poder, sobre el bien común y las instituciones.


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