Hay tres temas que me apasionan mucho: la historia, la filosofía y el desarrollo humano.
Cada uno se ha hospedado en diferentes momentos por aquí, hilvanándose con episodios de mi vida que me han permitido irlos sacando a la luz. Esta no es la excepción, pues últimamente he hablado mucho del amor y los sube y baja que he tenido con este tópico.
Recientemente un amigo me buscó para contarme de su mal de amores – de hecho para esta columna me había ofrecido una anécdota muy interesante pero debido a que esta historia terminó me anulo el permiso de sacarla – y coincidió que transitaba yo por la misma calle de la amargura, así que decidí aceptarle el irnos a curar las penas de amor con unos tacos y salimos recuperadísimos (y hasta casados).
Por otro lado jamás me cansaré decir que mucho de lo que encontramos en nuestros días, no es nada nuevo, pues muchos filósofos se pasaron horas y horas mirando las hormigas, las piedras y el universo para dejar sus conocimientos que terminaron en algunas frases medio mal hechas en nuestra época actual.
Es por ello que me he permitido invitar a este pequeño espacio a algunos filósofos para que de viva voz den sus mejores consejos para sobrevivir al desamor y reivindicarlos en la historia.
El primer requisito para hacer uso de este botiquín es no tener una relación amorosa (si pasarás el 24 de diciembre soportando las preguntas incomodas ¿Para cuándo la novia/o? ¡Chócalas!).
Si tienes una, haz un escaneo rápido y te habrás dado cuenta que hay muchas cosas que están bien y algunas otras que no lo están tanto (si no encontraste nada malo ¡Felicidades!
Podrías tener una muy buena relación, o… amigo, no quieres darte cuenta – si embonas en este último cualquier cosa que leas en esta columna te parecerá irracional e innecesario así que, puedes botar el botiquín o quédate a leer y sabrás que hacer cuando por fin decidas darte cuenta.
Es necesario antes, recordar que el budismo dice que cada uno de nosotros tiene el poder de elegir que tan bien o que tan mal sentirnos y hallar un equilibrio en nuestras emociones.
La máxima del Buda Gautama “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional” lo enfoca muy bien, por ejemplo, probablemente sentirás dolor si tu pareja te corta (esto es inevitable), pero puedes elegir tirarte a la depresión todos los días con un galón de helado mientras ves tus recuerdos de Facebook o seguir campante por la vida. Así que en efecto, de nosotros depende equilibrar los estados de ánimo y por tanto perpetuar una emoción vivida o dejarla que se vaya.
Ahora si entrando en materia, la primer pastilla a tomar, cuando estamos sufriendo por una relación amorosa es la de recordar cómo era nuestra vida antes de tener pareja – que es muy bonita y tiene un montón de pros -.
La verdad yo la he disfrutado por 3 años y estoy convencida que no hay que sufrir por una ruptura cuando el estar soltero te da tanta libertad y el regalo del reencuentro contigo mismo de tal manera que caes en aquello que Nietzsche llamaría “la voluntad de poder”, algo así como el motor de la vida que hace lograr al hombre sus objetivos y alcanzar sus metas.
Para continuar con la sanación, evita a toda costa volver tener contacto con el “Determinismo” – teoría que sostiene que absolutamente todo lo que ocurre está condicionado por circunstancias o factores, es decir, que nada habría podido ocurrir de forma diferente a como ocurrió -.
Lo explicare en otras palabras para que me entiendan mejor: seguramente en algún momento de sus vidas han escuchado el famoso y mundialmente conocido “No eres tu, soy yo”, es triste decirlo pero… seguramente se equivocaron, siempre eres responsable de tus actos y si la ruptura llega, es innegable que algo tuviste que ver aquí, así que si, si eres tú.
La mala noticia es que esto no se puede arreglar intentando una reconquista, así que lo mejor será dar un paso hacia un ladito y bye, bye. Olvídate que tienes que volver a intentarlo porque planearon pasar la navidad juntos o ver el estreno de una película en el cine (ja! Me proyecte). Esto ya fue. Hay que reconocer, aceptar y alejarse lentamente.
Y por último, con nuestro jarabe “apaga deseos” del doctor Schopenhauer, podrá alcanzar la felicidad sin frustración. Para él existe algo que llama voluntad de vivir, sin embargo este no es un elemento positivo que nos permita avanzar a la felicidad, si no, por el contrario nos lleva al dolor.
Cuando nosotros deseamos algo y no lo podemos alcanzar caemos en la frustración. Por eso nos propone llevar una vida austera sin muchos deseos que nos hagan sentir tristes por no cumplirlos y de esta manera no veremos insatisfechas nuestras necesidades.
De ahí que el pensamiento de Schopenhauer recoja elementos del pensamiento filosófico oriental como el nirvana. El objetivo es lograr una felicidad en la cual no exista algo que perturbe el alma. Nos invita a vivir sin deseos, felices y sin ninguna frustración. Así que deja de pensar que te conteste el mensaje o que de repente se dé cuenta que realmente eras el amor de su vida y salga corriendo a buscarte, pues muy probablemente no pasará.
Este ha sido el botiquín filosófico del amor, para esta situación que por lo regular no es tan fácil de superar, pues algunas veces suele ser un poquito traumático. Repose y tome un merecido descanso para reencontrarse, una vez recuperado siempre podrá decir “si, una vez más”.
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