Select Page

Cúpula / Entre la narcopolítica y la polarización

Columna publicada el martes 11 de noviembre de 2025

Uno de los grandes errores de la clase política es perder el contacto con la sociedad.

El llamado “círculo rojo” lo conforman la élite, la cúpula del poder y la “comentocracia” que frecuentemente pierden el pulso de los grandes sectores de la población que se conocen como “el círculo verde”.

Son dos “Méxicos” que perciben una misma realidad de diferente manera.

En momentos críticos queda en evidencia esa lectura desigual.

En días recientes vimos acalorados debates en la Cámara de Senadores y en el palacio de San Lázaro a raíz del crimen que segó la vida de Carlos Manzo.

En un debate estéril y ofensivo los partidos políticos cruzan acusaciones como “prianistas carroñeros” a lo que responden “morenarcos”, cuando en los hechos concretos ninguna fuerza política ha mostrado resultados en seguridad.

La mal llamada “guerra contra el narco” que inició Felipe Calderón buscó obtener la legitimidad que no tuvo en las urnas.

El presidente reconocía con cinismo las anomalías de la jornada 2006, cuando Elba Esther Gordillo convenció a los gobernadores priistas de abandonar a Roberto Madrazo para inflar los números del albiazul.

Aquella necesidad de legitimidad hundió al país en una vorágine de narcoviolencia, pero sobre todo estimuló a la clase política a iniciar una era de contubernios con el crimen.

Ahí se encumbró la narcopolítica que continuó durante los sexenios de Peña Nieto, López Obrador y permanece hasta el día de hoy.

El narco no distingue colores y poco le importan las ideologías.

Sus billetes corrompen por igual a panistas, priistas o morenistas.

Genaro García Luna es un emblema, un modelo que va desde presidentes municipales y gobernadores hasta llegar a titulares de las fuerzas armadas como el General Salvador Cienfuegos Zepeda o el Almirante José Rafael Ojeda Durán, ambos en mayor o menor grado enlodados en componendas criminales.

Se esperaba que el ascenso de López Obrador limpiara la pudrición de las instituciones, pero sucedió todo lo contrario.

La Secretaría de Marina considerada un baluarte de integridad se vició a niveles nunca antes vistos.

PAN y PRI acusan a Morena de incapacidad para enfrentar al narco, pero es la misma ineficacia que ellos mostraron en sus sexenios.

A su vez los morenistas culpan a Calderón y al PRIAN de esta crisis, pero tampoco pueden pacificar el país.

Para las madres buscadoras que escarban buscando los cuerpos de sus hijos no hay diferencia entre la “guerra” de Calderón, la “gendarmería” de Peña, los “abrazos” de López Obrador o la “estrategia” de Sheinbaum.

Solo son pedestales de saliva imperceptibles en las calles de Juárez, Celaya, Culiacán o Uruapan.

La narcopolítica corrompió por igual a todos los partidos y sus protagonistas.

El reparto de culpas entre distintos colores nada les dice a los mexicanos que sufren esta era de violencia.

Tabasco, feudo de Adán Augusto López y Zacatecas, cacicazgo de la familia Monreal, son verdaderos infiernos donde sus “líderes” nada hacen frente a los criminales.

Así continúa la polarización y el maniqueísmo de “nosotros los buenos, ustedes los corruptos”, cuando en realidad todos los partidos están enlodados.

En los hechos cotidianos no hay diferencia.

Al tiempo vemos una sociedad enajenada y enfebrecida que retoma las arengas que dictan los propagandistas de la polarización “La culpa es del PRIAN… ¡No es de Morena!”

Tendremos que esperar a otra generación de mexicanos que vea la realidad tal cual, sin fanatismos de colores.

Esperemos.

cupula99@yahoo.com


TAGS