Select Page

Cúpula / Carlos Manzo, indignación cimbra a la nación.

Columna publicada el martes 4 de noviembre de 2025

El crimen que segó la vida de Carlos Alberto Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan, causó una conmoción nacional no vista en lustros.

El pesar tiene la misma magnitud de la indignación; la aflicción es igual al coraje de una sociedad agraviada.

El alcalde representó los más profundos reclamos del México herido.

La valentía de Manzo acompañó la voz de los universitarios de Jalisco y Guanajuato que piden un alto a la desaparición de sus compañeros; personalizó a las madres buscadoras de Sonora o Veracruz que claman por una filtración que indique donde fueron enterrados sus hijos; encarnó el reclamo de los productores de la comarca lagunera que acusan la colusión del crimen con el sindicato de Pedro Haces; secundó a los sacerdotes del Episcopado Mexicano que señalan “un país escurriendo en sangre”.

El insistente llamado de Carlos Manzo a la presidente Claudia Sheinbaum y al Secretario García Harfuch es el mismo de las etnias tzotziles que huyen de sus comunidades en Chiapas por las componendas del ex gobernador Rutilio Escandón quien permitió la entrada a los cárteles Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa.

En su empecinado mensaje el edil señaló que tenía información de los capos.

Solo pedía que la presidencia de la República lo escuchara y enviara a las fuerzas armadas sobre los puntos precisos.

Algo que nunca sucedió.

En más de una ocasión Manzo acusó la simulación del gobernador de Michoacán Alfredo Ramírez Bedolla por tener a mandos policiacos coludidos con los cárteles.

Solo de esa forma puede explicarse el completo control criminal en tierras michoacanas; desde los puertos hasta la zona de Tierra Caliente.

El reclamo de Manzo simbolizó el clamor de un país que exige detener una era de violencia irracional que ya corre su cuarto sexenio.

Comenzó con “la guerra” de Calderón, la “Gendarmería” de Peña Nieto, “los abrazos” de López Obrador y ahora “la estrategia” de Sheinbaum.

Carlos mantuvo una acertada postura que hoy dimensiona sus palabras: comunicar la lucha que libraba.

Siempre concedió entrevistas a medios nacionales.

Ahí están las conversaciones con Joaquín López-Dóriga, Azucena Uresti, Adela Micha, Alejandro Domínguez, entre otros.

El presidente municipal supo del riesgo que corría; reconocía el miedo de enfrentar al crimen organizado, pero aceptó la responsabilidad de sus actos hasta el último minuto.

Es evidente que la consternación y la conmoción están cimbrando el país.

Aunque las funciones de Manzo se sujetaron a Uruapan, todo México supo de su lucha frontal y decidida contra la delincuencia.

La nación también fue testigo de los llamados que hizo al gobierno federal sin obtener respuesta.

Manzo Rodríguez representó la indignación de un país que exige frenar la violencia, sin eufemismos, ni demagogia.

Sus palabras encarnan a pobladores que acusan a sus gobernantes de coludirse con criminales.

El asesinato de Manzo marcará este sexenio.

Así como la falsa guerra y la tragedia en la Guardería ABC sellaron el sexenio de Calderón; de la misma forma que los 43 desaparecidos de Ayotzinapa demolieron la administración de Peña Nieto e igual que “el Culiacanazo” y los acuerdos con la familia Guzmán tatuaron el sexenio de López Obrador.

El combativo alcalde ya fue sepultado, como también quedó enterrada la narrativa de un régimen en el que grandes sectores dejaron de creer.

El discurso de culpar a los “comentócratas y los prianistas” funcionó durante una época, pero hoy está demolido.

Descanse en Paz Carlos Manzo Rodríguez.

cupula99@yahoo.com


TAGS