En la historia reciente de la humanidad, que arranca desde hace 4 millones de años aproximadamente, cuando fue posible que el primer simio se levantara, y que cuando sus restos fósiles fueron descubiertos en Etiopia en 1974, éstos correspondieron a una hembra que se le llamó Lucy, y que por lo tanto se le considera la madre de los humanos, siempre ha sido la mujer el eje indiscutible de la vida.
El macho después hombre, y después nuevamente macho, creyó que el buscar el alimento combatiendo con animales peligrosos y con frecuencia perdiendo la vida, le significaría para siempre el poder supremo sobre la tierra. Es evidente, que la mujer al gestar un ser humano y por consecuencia amamantarlo, debió cuidar del él, de la caza y velar por el futuro; así permanecía en la cueva como soporte perenne de la vida. El competir con el macho era inaudito porque nunca existieron reglas claras, y como en aquellos tiempos el hombre tenía más fuerza bruta, siempre hizo valer su dominio.
El macho tuvo miedo de ser superado, de que la mujer que al decir de los pensadores misóginos eran de “cabellos largos e ideas cortas”, pudiera adueñarse de un pedazo de tierra, que siempre creyó era solo para él.
La mujer ha atemorizado a los hombres de todas las latitudes y de todos los tiempos. En África y en algunos países del medio oriente ante el temor de que las mujeres experimenten deseo sexual, acuñaron la costumbre bestial, de amputar el clítoris a las niñas, y prácticamente clausurar la vagina (infibulación), porque de esta manera les generaba serenidad;
En la vieja India por mucho tiempo a la viuda se le condenaba a morir en la hoguera con su difunto, (ley del Sati) porque de quedar viva, seguramente iniciaría el camino del pecado y la concupiscencia;
Tanto en España como en el México de las haciendas, la “ley de Pernada” era costumbre miserable, al obligar a la novia recién casada a pasar la primera noche con el patrón, quien mejor que el sacrosanto jefe de tierras y de vidas.
LAS MUJERES IMPONEN MIEDO.
Han pasado muchos cientos de años y la biología moderna sigue demostrando la superioridad física y mental de las mujeres. Hoy mismo, cuando una pandemia nos hace pedazos, son los hombres los que más mueren, los que más se suicidan y los que siempre agreden.
Imponen miedo y hacen temblar al presidente, cuando ante la posibilidad de que este 8 de marzo salgan a marchar, coloca trincheras como si fueran a ser invadidos por cientos de guerreros del espacio; tiene miedo el mini-candidato de Guerrero, que prefiere no hablar y esconderse pidiendo a Dios pasa pronto el día internacional de las mujeres.
Las mujeres son poderosas, pero no violentas, y de eso los hombres no sabemos nada.
El macho del mundo y en particular el de México, ha tejido acciones cobardes contra las mujeres, no siendo rara las acciones contra las niñas y las personas mayores, porque con ellas se siente “poderoso”;
El macho aniquila usando no solo la fuerza de sus brazos insulsos, sino que usa las armas para matar a una mujer cada 2hs. En nuestra patria;
El macho cree que puede tocar, acosar e intimidar a la mujer porque la ve sola y arrinconada, y no se da cuenta que bien puede ser su madre, su hermana o su hija;
El macho cree que el terreno seguirá siendo fértil para sus correrías, pero no sabe que sus días están contados.
Muchos hombres creemos y celebramos la valía y fuerza de las mujeres, porque mil veces han demostrado su eficacia en las posiciones que adquieren en la vida; saben conjugar la inteligencia con los afectos, y no se cansan de demostrar su resiliencia, su amor y su generosidad. En la época de pandemia han sido las primeras en pasar lista en la línea de combate.
Muchos hombres marcharemos a la distancia con ustedes este 8 de marzo, porque queremos ser parte de su fuerza que inunda y que seduce.
Señor presidente de México, las mujeres no lo quieren lastimar no hacía falta tantas barricadas, solo desean que las escuche, que las mire a los ojos y que sienta el vibrar rotundo de sus corazones.
Ellas sí son la esperanza de México.
¡Felicidades en su día¡
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