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Más Pequeño.

Una vez un grupo de tres hombres se perdió en la montaña y había solamente una fruta para alimentarlos a los tres quienes estaban desfalleciendo de hambre.

En esas circunstancias se les apareció Dios diciéndoles que iba a probarles su sabiduría y que dependiendo de lo que mostraran les salvaría.

Les preguntó entonces Dios qué es lo que podrían pedirle para arreglar aquel problema y que todos se alimentaran.

El primero dijo: -“Pues aparece más comida”, a lo que Dios le contestó inmediatamente que era una respuesta sin sabiduría, pues no se le debería pedir a Dios que mágicamente solucionara los problemas sino trabajar con lo que se tiene.

Dijo el segundo entonces: -“… bueno has que la fruta crezca para que sea suficiente para los tres”, a lo que Dios contestó también que no, pues la solución no siempre es pedir multiplicación de lo que se tiene para arreglar el problema, pues el ser humano nunca queda satisfecho y por ende nunca sería suficiente.

El tercer hombre dijo entonces: -“Mi buen Dios, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños a nosotros para que así la fruta nos alcance a los tres”.

Dios, sorprendido por aquella respuesta dijo: -“Has contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y se empequeñece delante de mis ojos, verá la prosperidad en su vida”.

Por alguna extraña razón aprendimos a que otros arreglen los problemas o en su defecto buscar una salida fácil, siempre pidiendo a Dios que arregle todo, sin que nosotros cambiemos o tengamos que sacrificar nada.

Por eso muchas veces parece que Dios no nos escucha, pues pedimos sin dejar nada de lado y siempre salir ganando.

Somos egoístas queriendo todo para nosotros.

“A Él le toca crecer, y a mí menguar” (Juan 3:30 NVI), fueron las palabras de Juan el bautista refiriéndose a Jesús.

La grandeza está en hacernos pequeños y Dios se magnifique en nuestra vida.

Ya no más mis deseos sino los de Él, ya no más mis pensamientos sino los de Él, ya no más mis planes sino los de Él, que son mejores y perfectos.

No es fácil para nuestro ego. Jesucristo va a tomar el lugar que yo le dé.

Nuestro anhelo es que Él ocupe el primer lugar en nuestro corazón. Si le damos todo el corazón, Él lo va a tomar. Si sólo le damos una parte, el no irrumpe en nuestra vida, pero sabe, que si tan sólo le damos un rinconcito de nuestro corazón, vamos a seguir haciendo lo mismo, manejando nuestra vida a nuestro antojo, con el riego de fracasar.

Todo depende de nosotros o le damos todo a Jesús o no le damos nada. Debemos vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.

Que tenga un excelente FIN DE SEMANA… gracias por su amable atención.


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