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No sé si algunos de ustedes, si son de mi generación, pasaron algunas noches pasándole los canales de televisión y se toparon con un canal donde se encontraba un señor muy trajeadito con un notable acento brasileño lanzando alabanzas y recitando con puntos y comas algunos versículos de la biblia. El canal tenia el logo en una esquina de una palomita salida de un corazón con el nombre de esta religión “Pare de Sufrir”. En Tehuacán tuvo su pequeño auge, incluso tomaron un cine como sede de estos encuentros en que todo aquel que asistía encontraba descanso para el Alma.

Aunque no tengo otra religión más que el amor, no critico a quienes han encontrado en las diversas formas del dogma la paz para su espíritu, sin embargo, en mi andar he descubierto una forma más de estar con las aguas tranquilas: Fluir.

Lao-Tse, fue un pensador chino que propuso un estilo de vida basado en la naturaleza, la sencillez y la no violencia algo a lo que posteriormente se le llamo Taoísmo. Él es quien a través de la idea del wu wei, nos invita a aprender a fluir con el mínimo esfuerzo, como el agua lo hace, tranquila, a pesar de que en su camino se encuentren piedras y obstáculos nunca llega a enfrentarse a todo ello, tan solo rodea o modifica un poco su cauce y llega hasta su destino. Él dice que todas las cosas que pasan por nuestra vida y que juzgamos como malas y nos resistimos a ellas a largo plazo son las que nos permiten expandirnos. No hay nada que este en nuestro camino que no sirva para nuestro crecimiento.

El sufrimiento por definición es resistencia, es no querer aceptar la realidad tal cual es. Para ver las cosas podemos ocupar dos lentes, con uno de ellos veremos la situación como algo negativo, etiquetado con “¡Qué barbaridad!” “¿Que va a hacer de mi?” “¿Por qué habiendo 7 000 000 millones de humanos en el mundo me sucede esto a mi?”, sin embargo, con el otro lente podríamos entender que hay una inteligencia superior (llene aquí con el nombre de su preferencia: Dios, energía, vida o universo) que ordena las cosas, que está conectada con nuestro inconsciente y que sabe que para nuestra expansión aquello que nos sucede es un regalo.

En una relación de pareja, por ejemplo, cuando concluye, la mayoría de las veces lo hace bañado en el sufrimiento que nos genera el perder al ser amado, cuando es finalmente una de las formas que la vida tiene para decirnos “por aquí no, que ya no eres feliz” y muchas veces en lugar de abrirnos a la aceptación de que ya no daba para más y que no pasa nada y que puede incluso ser que la vida nos esté empujando a estar solos – que para mi es lo que más se parece a la auténtica libertad – nos desterramos al valle de lágrimas y comemos litros de helado mientras sufrimos por lo que no fue sin pensar que gracias a esta experiencia la próxima vez que nos relacionemos en pareja podremos hacerlo desde la plenitud y no desde la necesidad.

¿Cómo parar de sufrir? Cada que llegue algo que no te guste – una ruptura, un despido, una infidelidad, un mal trato,- acéptalo cuanto antes, sin resistirte, victimizarte o culpar al otro, abrázalo para integrarlo a ti y trascenderlo, pues si te resistes solo harás que en el camino te vuelvas a tropezar con la misma piedra pero esta vez más grande.

A este fluir, es indispensable agregarle altas dosis de amor a nosotros mismos, a través del autoconocimiento y también el entendimiento de que la felicidad es individual, que es algo que solo yo puedo gestar cuando camino en sintonía con el corazón y la vida, que no puedo añadirle responsabilidad de ello al de afuera.
A esto se le añade el escucharme, el respetarme, el conectar conmigo y de esta manera cuando me meto en una nueva relación ya no espero que el otro venga a darme lo que necesito porque yo puedo ser mi propio proveedor.

Algo es cierto, la vida siempre nos lleva a donde somos felices, pero nuestro ego al juzgar esta situación como mala, hace que nos resistamos con uñas, viseras y dientes y … sufrimos, sin saber que debajo de todo ese monstruo se esconde el más grande de los aprendizajes.

Podríamos abrirnos a la experiencia de fluir, con lo que llegue, entendiendo que la vida, que es más sabia que nosotros, va ir poniendo en nuestro camino cosas, situaciones y personas que necesitamos para nuestra evolución.

Cuando nos cae el 20 de que todo es perfecto, que ningún encuentro es casual, que todo es causal y que esto forma parte de un orden mágico, la vida se convierte en algo muy bonito porque empezamos a vivirla sin miedo y disfrutamos en un baile lento, en silencio, con ojos y corazón muy abiertos.


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