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El mundo y México en particular tiemblan al pensar en la posibilidad de que Donald Trump, precandidato republicano, triunfe en las elecciones de noviembre y asuma la presidencia de Estados Unidos en enero de 2017. Las declaraciones de este advenedizo a la política han sido incendiarias y en ellas basa su éxito.

Trump es un hombre inteligente que sabe qué decirle a la gente. El electorado estadounidense, como el de cualquier país, se caracteriza por enardecerse y emocionarse ante un discurso acusatorio, que busca chivos expiatorios. Trump ha sabido sacarle ventaja a dicho discurso. A diferencia de sus rivales, políticos acartonados y aburridos, el millonario es un experto en el manejo de masas.

Trump es un alumno avanzado en la escuela de demagogos como Benito Mussolini, Adolf Hitler, Lázaro Cárdenas o Hugo Chávez. Los cuatro entendían que la mejor manera de atraer a las masas y ganarse su aprecio era culpando a los extranjeros o a las minorías de lo que ocurría en sus países. Mussolini denunció a las potencias que pisoteaban a Italia, Hitler se lanzó contra las minorías más desprotegidas, como judíos, homosexuales o gitanos; Cárdenas atizó el nacionalismo antiestadounidense, lo mismo que Hugo Chávez. Al conocer la fuerza de los sentimientos nativistas, Trump hace lo mismo. Ha atacado a todos los que supuestamente perjudican a Estados Unidos. A China, por el déficit comercial; a Gran Bretaña, porque ha criticado su intolerancia; a México, por el flujo de migrantes y drogas, entre muchas otras cosas. Nuestro país es el que más acusaciones ha soportado, dada la magnitud de la relación económica, cultural, política y social.

No deberían los mexicanos asustarse ante la fuerza que cobra Trump. Los medios han inflado su poder. Trump cuenta con poderosos enemigos que le harán la vida imposible y no permitirán que imponga barreras comerciales o que construya un muro fronterizo. Estos poderosos enemigos no son China, Gran Bretaña o Alemania, con la que también el precandidato ha tenido roces. Los rivales de mayor peso de Trump se encuentran en Estados Unidos, no en el exterior. Han prometido darle batalla. Es evidente que el republicano no podrá derrotarlos. ¿Quiénes son estos poderosos enemigos que se han convertido en los mayores aliados de México?

Los rivales de Trump están en la comunidad de negocios, justo el lugar de donde surgió el precandidato. Son las grandes empresas que se benefician por el intercambio comercial entre México y Estados Unidos. Se oponen a las fronteras cerradas, pues su cadena de producción se basa en una frontera abierta y permeable. Contra el poder de ellas Trump no tiene mucho que hacer. Hablamos de General Electric, Whirlpool, Carrier, Tyson, Lear, Monsanto, en fin, empresas de todo tipo y en todos los sectores. Son ellas las que mueven la economía norteamericana y las que provocan el enorme déficit comercial que Estados Unidos tiene con México. Las exportaciones desde sus fábricas mexicanas permiten que nuestro país tenga una balanza positiva.

De entre todas las empresas, el gremio más poderoso es el de las tres hermanas del sector automotriz: General Motors, Chrysler y Ford. Juntas, las tres compañías automotrices son la gran fuerza inversionista en México. Además, representan, como sector, el mayor porcentaje de las exportaciones mexicanas cuando se suman todas las empresas por sector. Jamás permitirán que Trump coloque barreras al comercio o que intente renegociar el tratado comercial de Norteamérica. Si Trump lo hiciera, las arruinaría, pues perderían su competitividad, basada en el bajo costo de la mano de obra mexicana. Mary Barra, la CEO de General Motors y la mujer más poderosa en la historia de los negocios globales, está dispuesta a dar batalla. Representa a las tres empresas en su lucha contra el republicano. Frente a estos enemigos, Trump es un pequeño ratón. Si asume la presidencia, tendrá que negociar y cerrar la boca.


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