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Pbro. Roberto Rojas Peña  CSB

PRIMER MANDAMIENTO

Amarás al Señor tu Dios sobre todas las cosas y a tu cónyuge como a ti mismo.

¿Por qué tenemos que amar a Dios sobre todas las cosas? Porque somos también  seres espirituales. Somos mente, cuerpo y espíritu. Esto se conoce desde hace más de 5,000 años y, aunque en ciertas épocas se ha querido desaparecer lo espiritual, el tiempo tarde o temprano pone a cada quien en su lugar. La inteligencia espiritual es exactamente eso, la forma en que el espíritu se expresa o se comunica.

El espíritu tiene muchas formas de alimentarse.

El amor es la manera más profunda de hacerlo, claro, pero además se expresa en la música, la pintura, la filosofía y muchas otras actividades que nutren nuestro espíritu, así como también la comunicación con Dios a través de la oración diaria, que es un elemento sumamente importante.  Y si se pide que ames a Dios sobre todas las cosas, lo más importante para poder hacerlo será tu disposición al amor y no a lo material, al dinero, a tu posición, al hedonismo… etc. o quizá… al amor a ti mismo, que muchas veces se siente lastimado por cualquier cosa, el sentir que te están haciendo “menos”, que están afectando tu “dignidad”.

Amar a Dios sobre todas las cosas, porque él nos ha amado primero, te trajo a la existencia y te ha acompañado siempre en tu caminar, solo es cuestión de que te avientes un clavado a tu historia personal y entonces lo podrás constatar. Este Dios que se hizo uno de nosotros nos amo hasta el extremos de dar la vida por nosotros, se gasto, se hizo nada, por darnos vida y esperanza, en esto consiste el amor humano, en gastarse por el ser amado, con el deseo y la decisión de amarlo hasta dar la vida por él.

Y para mi cónyuge… ¿por qué tanto amor?  Es sencillo.  Si yo digo que amo a Dios, ¿cómo puedo demostrar ese amor si no se ve ni se experimenta? No digo que mi cónyuge es la cara de Dios, pero si digo que es mi prójimo más próximo, y es la imagen del amor de Dios más puro que pueda yo encontrar en la tierra.  Y si yo digo que amo a Dios sobre todo,  puedo demostrar ese amor con un amor profundo y único para mi cónyuge.

Una de las mejores imágenes de Dios es un hombre que ama a su mujer, que la mira a los ojos con admiración que le toma de las manos con veneración, que la abraza con pasión y ternura, que convive con ella en días nublados y de tormenta y en las horas apacibles bajo un cielo azul y un sol radiante. que llora, ríe, se esfuerza junto a ella, que susurra a sus oídos… “estaré contigo siempre que me necesites” “nunca te hare daño intencionalmente” “En lo esencial seré honrado contigo”  y lo mismo para la mujer que ama a su marido.

Amaras a tu mujer como a ti mismo, presupone que te ames a ti, que has hecho el ejercicio de reconciliarte contigo mismo y con tu historia, que te consideres valioso a pesar de los fracasos y los errores, que te experimentes amado por tu mujer porque sabes que te ama como eres, sin condiciones, sin manipulaciones, sin chantajes, de manera libre, autentica, alegre, con esperanza.

Otra vez, lo mismo se dice de la mujer para su marido.

¿se ve difícil verdad? ¿parece un sueño guajiro? intenta amar y luego podemos platicar. “”Amar es entregarse, olvidándose de si, buscando lo que al otro pueda ser feliz…”. dice un canto que aprendí cuando era niño; inténtalo y veras, haz la prueba y luego platicamos.

Recuerda que la vida es normalmente muy simple: lo que siembres… lo vas a cosechar. En todas las culturas se habla de lo mismo, llámese karma, búmeran, la ley de acción y reacción, o lo que sea, en todas, siempre te indican que LO QUE DESEES Y HAGAS POR EL PRÓJIMO, TARDE O TEMPRANO LO VAS A RECIBIR DE REGRESO.

Preguntas:

1.-Seriamente… ¿te acercas a Dios sólo cuando necesitas algo o hablas diariamente con él en forma normal?

2.- ¿Cómo le demuestras diariamente el amor a tu cónyuge?

Paz, fuerza y gozo

Padre Beto CSB.

Oakland California.



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