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El perdón es la llave mágica que abre todas las puertas de la sanación.

Desde el camino espiritual, en el de curso de milagros, al igual que en el Ho’oponopono el perdón es el eje. Para quienes no sepan a que me refiero con el Ho’oponopono déjenme contarles que este método es de los Kahuna, residentes en Hawái quienes sostienen que todos estamos interrelacionados, por lo tanto, conectados energéticamente, también que todo pasa dentro de nosotros, que todo tiene una co-creación, porque todos somos uno y por tanto tenemos parte de responsabilidad con lo que pasa en el mundo.

El Ho’oponopono no se enfoca en buscar culpables sino en limpiar todas las memorias inconscientes y emociones negativas que nos suceden en relación a ese problema.

Concretamente con esta técnica se busca aplicar el perdón en todas aquellas circunstancias de nuestra vida que están causando dolor o malestar para que podamos asumir nuestra responsabilidad y liberarnos de la situación, pero no necesitamos ir muy lejos pues la mayoría de las religiones hacen también énfasis en la magia del perdón.

Todo el universo es mental, todo lo creamos nosotros en esta matrix, tal como lo dice el Kybalión en su primer principio: Mentalismo. Si tu estás viendo a un enemigo, la imagen del enemigo externo en realidad es el reflejo del enemigo interno. No existe ningún enemigo fuera que no esté dentro de ti, en tu inconsciente, en tu sistema de creencias. Nada puede existir en tu campo vibracional si no hay una brecha vibracional en ti que permita entrar eso, cualquier obscuridad que veamos fuera somos nosotros, es tu mente quien la ha creado.

Tomar la responsabilidad 100 x 100 de que todas las experiencias que he vivido yo las he creado es el verdadero trabajo espiritual, y es el más difícil porque hay muchas experiencias que nos sobrecogen, que nos enfrentan con nosotros mismos y nos sacan de nuestro centro, nos hacen sentir mal y no podemos asumir que somos nosotros quienes nos los estamos haciendo a nosotros mismos a través del otro, por eso nos enganchamos, nos victimizamos, nos culpamos, por eso acusamos a otros de lo que nos pasa. Sin embargo, somos nosotros quienes hemos creado esa experiencia para nuestro aprendizaje.

Para que me entiendan mejor el concepto de crear, permítanme contarles una historia – cualquier parecido con la realidad juro que no sé porque es – : Había una vez un país que mostraba una gran molestia por sus políticos, pues consideraban que todo aquel que llegaba al poder era corrupto y además robaba, la pregunta es ¿Por qué este país está manifestando (creando) un político que roba y que es corrupto?

La respuesta es sencilla: los habitantes tienen que darse cuenta que a pequeña escala algunos de ellos roban (y no me refiero solo a mano armada, si no en muchas formas existentes que incluso pasamos por alto), le dan la vuelta a hacienda, hacen trampa, cumplen cabalmente la “Ley de Herodes”, y así como “ellos” individualmente roban lo que pueden, manifiestan el reflejo de alguien que roba.

La buena noticia para estos desafortunados habitantes es que a medida en que empiezas a limpiarte, las cosas comienzan a cambiar, por ejemplo: lo que le quitas a tu hermano te lo quitas a ti mismo – así lo dice el curso de milagros – a largo plazo estas generando esa escases para ti mismo, pero también funciona en positivo pues si tú te conectas con la vibración de dar a largo plazo estas generando abundancia para ti mismo.

Los seres obscuros, de baja vibración, “los malos”, que aparecen en nuestra experiencia, en el fondo nos están dando una oportunidad de sanarnos, son muy útiles, ya que ellos nos proveen del campo de prueba donde podemos ver donde en mi hay una incoherencia vibracional, donde en mi todavía hay obscuridad para que pueda terminar de sanarme.

Por lo tanto, cada que cruzamos nuestro camino con ellos tenemos dos opciones: quedarnos en la película de que “que malos” o puedo perdonar, si perdono estoy asumiendo la responsabilidad que a mi me corresponde y de esta manera estoy pasando página y tomando la experiencia y el aprendizaje, ya que estoy asumiendo que el otro soy yo, todo lo que me ha pasado me lo he hecho a través del otro.

La teoría es simple: Todo lo que ocurre te lo haces tú y todo está ocurriendo para tu mayor bien. En la práctica: Somos humanos, tenemos un cuerpo, estamos viviendo una experiencia en tercera dimensión en el planeta tierra y hay cosas que pasan que te purgas y que te duelen un montón y que no concebimos perdonarlas.

Tal vez en este momento estarán pensando ¿Cómo puedo yo crear este dolor para mí, este sufrimiento? Y es que es algo que no lo podemos entender con la mente racional porque todo lo elegimos al nivel inconsciente, con nuestro yo superior, al nivel de nuestra alma.

Pero entonces ¿Cómo perdono? Tu en tu corazón agradeces la experiencia, perdonas y continuas tu camino y aquí es donde entra el Ho’oponopono: “Perdóname, Lo Siento, Te Amo, Gracias”.

Porque a nivel metafísico, aunque esta situación te esté lastimando y haya una persona que te este maltratando y haciendo feo, sabes que de no haber sido así no hubieras llegado a ese extremo y no serias capaz de cerrar el capítulo. Porque gracias a él o ella que te ha traído hasta aquí, eres quien eres ahora.

La mayoría de las veces, cuando alguien nos hace daño lo vemos como una persona muy mala y no comprendemos porque es así. Pero desde donde se encuentran ahora, con una experiencia que en estos momentos ya está sanada y viendo la cicatriz de lo que antiguamente fue una herida pregúntense: ¿Creen que sin esas personas seriamos quienes somos en este momento?

Esas personas han sido nuestros maestros, han servido para hacer de nosotros una versión más fuerte y poderosa.

Desde hace un par de años saque la palabra enemigo de mi diccionario para usar la de maestro y por ello me parece pertinente recomendar un libro que pertenece a mi colección de favoritos “La Pequeña Alma y El Sol” de Neale Donald Walsch , estoy segura de que a través de él entenderán mejor el papel que por amor los demás están dispuestos a jugar para que podamos experimentar lo grande que es perdonar.


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