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Una de las cosas por las que regularmente pasamos a lo largo de nuestra vida es caer en la complacencia. Desde pequeños nos han enseñado a agradar y a irnos acomodando poco a poco en moldes establecidos. Desde que nacemos tenemos el compromiso de irnos acoplando a las tradiciones familiares, junto con algunas exigencias impuestas por la sociedad – en la que se encuentran instituciones como la iglesia y la escuela – y con ello nos dejan poco espacio para ser nosotros mismos.

Esto último, la mayoría de las veces nos hace experimentarnos en una tristeza profunda, pues nuestro verdadero ser añora ver llegar el día en que podamos romper el molde y entregarnos a la delicia de ser nosotros mismos, sin embargo, al pasar el tiempo y seguir viviendo bajo ciertas estructuras o cumpliendo únicamente con la parte que se espera de nosotros es lo único que nos queda, pues después de vivir tanto tiempo en la sombra quien sabe que será de nosotros si atrevemos a soltar el molde y darnos la oportunidad de establecer nuestras propias reglas y creencias, pues es algo que nos paraliza, tememos mucho ser mal vistos o peor aún, creer que solos no podremos, que es mejor tener una “guía” para vivir, que construir la propia.

Esto es una de las cosas que me gustaría abordar desde Nietzsche con su concepto del del superhombre, la idea de una superación (moral) que me permita llegar a ser quien realmente soy experimentando toda mi potencialidad humana, el solo hecho de imaginarlo funciona como un impulsor para alcanzar mi yo ideal.

Pero vamos por partes ¿Qué pasa cuando me atrevo a romper la estructura, los pasos o planes que habían marcado para mi o simplemente voy en contra de la función que la sociedad me ha asignado por mi género? (por ejemplo en el México antiguo las mujeres eran educadas para el hogar y no tenían oportunidad de emplearse en algo más). Puedo volverme alguien que no espera ya nada de la vida ni de mí mismo y por ello en mis decisiones aparece cierto desinterés: “No quiero hacer eso, pero tampoco sé que quiero hacer y me da igual”, es decir, pierden el sentido de la vida. Esto es muy común que suceda, pues el hecho de ser siempre lo que los demás quieren me ha impedido conectar con lo que verdaderamente quiero.

En otras palabras, tendría que superar es aquello que se espera de mi, “matarlo”, para así darme el lujo de vivir desde lo que se quiere y desea para si mismo y aquí dar origen a algo similar a lo que Nietzsche llamo “El Superhombre”

Pero ¿quién es este? Es el hombre autosuficiente que no se avergüenza de sí mismo y que es capaz de crear sus propios valores, se vuelve su propia guía para la vida dando sentido a la vida desde si mismo. Se acepta y vive para ser el amo de su vida y su libertad, un hombre pleno que ha logrado superarse a sí mismo echando mano de su potencialidad.

¿Te imaginas tener la suficiente fuerza y voluntad para acabar con tus viejas estructuras y darte la oportunidad de ser quien realmente deseas ser?


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