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El milagro de pensarte
Sra. Dora Isabel Gómez Loaria.
Tomado del libro “Vegetaciones interiores”.

Amo a Dios porque he encontrado un concepto nuevo del amor, he aprendido la virtud de la contemplación sin peticiones, sin quejas o promesas, me gozo en EL. Él Está en mí y yo soy digna depositaria de su Real Presencia. Así, sí puedo amar a mis semejantes, pues que antes de aprender a amar a Dios sin condiciones, me aprendí amar a mi misma sin exigencias.

Cuando yo he podido mirare sin lástima, ni absurda piedad, ni reproches continuos, ni agobiantes culpas ni desprecio, se abrió el primer rayo de luz hacia el camino del amarme a mi misma, no sólo por lo que soy, sino por encima de todo ello. Al amarme yo, y abandonar el ejército de rigideces que me constreñía, he asumido una nueva fortaleza respecto a las normas del vivir.

Ahora soy yo, con mi responsabilidad propia, y ya nadie tiene la culpa o el mérito de mi vida. Solamente yo, sin disfraces, ni máscaras ni coronas, ni alhajas, ni sedas, ni harapos, ni sandalias, descalza, sin quejumbres ni peticiones, ni derechos de apartado, estoy ante Ti; antes me avergonzaba y me cubría, hoy no pesa sobre mí, vestidura alguna. Te siento frente a mí y estás en todas partes, me inunda Tu presencia infinita, no siento el peso de mi cuerpo, y mis manos no parecen terminar en mis dedos, sino establecer una prolongación amorosa, que atraviesa y une cuanto me separa Contigo.

Ahora no importa lo que fue necesario esperarte. Has llegado ya y no te irás, pues cuando mi espíritu abandone mi cuerpo, ya conoce el camino para Ser en Ti.

Cuán lejos estaban en saberte, quienes devanaban sus horas creyendo encontrarte en la intriga, y la complicidad. Y como te perdían y como te escapabas de sus manos, que un día se cerrarán sin haberte conocido.

Y creían estar cerca de Ti, y les mirabas, y ellos ni siquiera advertían tus caminos. Creyeron que destruyendo y despedazando mentes, y cuerpos, en ese torrente de sangre injusta, aparecerías Tu. Tú que estas en el Amor y en la Sonrisa, y ellos que cual cuervos perseguían Tu realidad, en las entrañas ajenas y los quebrantamientos de los demás.

Otros pensaron que limpiando tus templos se acercarían a Ti, cuando sólo se alejaban del compromiso de vivir. Ir a Ti, no es ir lejos de los demás, sino con ellos. Ayer te Ví en el temor de unos ojos pardos, asustados me miraban y buscaban en mi una respuesta.

Cuanta belleza tienes cuando anidas en el relámpago de una sonrisa, se me escapaban los minutos contemplándose a través del cristal de una mirada. Y cuánto tiempo ignoré que unas manos que se abren y que se estrechan están participando de Tí y Te transmiten.

Te había contemplado en el mar, en las aves, en la exuberancia de la tierra, y no había podido mirarte en mis hermanos.

No siento ya, ninguna prisa por hacerme querer de Ti, ni aspiro a contarme en escalón alguno alrededor de Tu Presencia. He aprendido que éstas urgencias son falsas, sólo sirven para ocultar la falta de amor, y disimular la necesidad de seguridad. En tanto permitas el milagro de pensarte, mi corazón será joven aún en el último momento.

El después será Nuestro.


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