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Cúpula / Barbosa rechaza beneficios a intereses privados que rodean a Tepole.

Por Columna Cúpula.

El mensaje fue muy claro, directo y severo para un grupo de empresarios poblanos que ya se preparaban para tomar por asalto a Tehuacán.

Desde hace siete u ocho años, pero especialmente a mediados de 2020 un grupo de personajes del sector privado de Puebla se reunieron con un grupo político de la otrora ciudad de las granadas.

Llevan bajo el brazo un portafolios con una veintena de proyectos: plazas y centros comerciales, fraccionamientos, gasolineras.

Tienen el capital, los terrenos y planos ya trazados.

Solo requieren de la firma del alcalde de Tehuacán para poder hacer del municipio su nuevo feudo.

Por esa razón desde mediados de 2020 apoyaron y financiaron las aspiraciones de figuras a modo. Repetimos: figuras a modo, en plural.

Al triunfo de Pedro Tepole Hernández, candidato de la coalición Partido del Trabajo – Morena, ese grupo empresarial poblano encabezado por un poderoso personaje –hijo de un prominente y veterano político–, ya se preparaba para tomar a Tehuacán como su territorio.

Pero algo pasó, algo sucedió en los pasillos del poder.

Queda claro que el estilo personal de gobernar de Barbosa Huerta es muy singular.

Con el Ejecutivo estatal no hay negociaciones o pactos; no acuerda con burbujas del poder tradicional; no pacta con grupos del pasado y mucho menos con cofradías empresariales.

La mañana del domingo 5 de septiembre el gobernador Barbosa Huerta le envió un claro mensaje a ese grupo empresarial poblano y al mismo tiempo leyó la cartilla al presidente municipal electo.

Textualmente señaló:

“No voy a ser aliado de ningún beneficio privado, no, no; esas alianzas para mí no existen. Yo llegué al gobierno de Puebla apoyado por los de abajo, lo tengo claro, por clases medias, a ellos me debo, ahí estoy alojado y quiero hacer las cosas para que cuando termine mi gobierno se pueda decir: el gobierno que acaba de concluir fue un gobierno claro, fue un gobierno honesto”.

Más adelante agregó:

“Yo no recibo a nadie que vaya a querer ir a mi oficina a plantear un asunto; ceros, ceros. El gobernador no se reúne con nadie para hacer negocios”.

Por primera vez en su periodo como gobernador, Barbosa habló sobre sus hijos.

El mandatario siempre ha sido reticente a relacionar familia con la función pública; son áreas que siempre ha separado de manera tajante. Pero en esta ocasión habló sobre sus vástagos, jóvenes alejados de las mieles del poder; completamente ajenos a los tradicionales juniors de la política; aquellos que dibujara de manera magistral Luis Spota en su novela “Casi el paraíso”.

Fue otro claro mensaje del Ejecutivo: no hay espacio para juniors al estilo Atlacomulco; esos que se formaron bajo la premisa de “Un político pobre es un pobre político”.

El mensaje ya fue enviado; no habrá beneficios para intereses privados.

Aquellos que sentían que tenían en el bolsillo a Tehuacán y que les iba a dar negocios millonarios, deberán esperar.

Este no fue su periodo.

 

 


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