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Pastor Alfonso Herrera Lastra

Cuenta una antigua fábula india que había un ratón en el pueblo que estaba siempre angustiado, porque tenía miedo al gato.
Cierto día el mago del pueblo se compadeció del pequeño ratón y le pregunto qué era lo que podía hacer por el.
El ratón asombrado y emocionado le pidió lo convirtiera en un gato. El mago accedió a la petición del roedor  y lo convirtió en un gato.
El ratón pronto descubrió que el azote de los gatos eran los perros y entonces empezó a sentir miedo del perro.
El ahora gato acudió en busca de ayuda del mago pidiéndole le hiciera el favor de convertirlo en perro de modo que el mago lo convirtió ahora en un perro.
Un tiempo después caminando por la jungla encontró una pantera que le causo pavor y por supuesto el miedo le volvió a invadir.
Empezó a sentir miedo de la pantera.
Una vez más el ahora perro rogó al mago le hiciera un favor más, que le convirtiera en una pantera ahora.
Y el mago lo convirtió en pantera sin hacer replica alguna.
Los días pasaron y una tarde ahora la pantera descubrió el azote de las panteras: Los cazadores  por lo que ahora quedó atrapado en la angustia y miedo que estos le producían a las panteras, comenzó a temer al cazador.
La pantera busco la oportunidad de encontrarse de nuevo con el mago para hacerle la súplica correspondiente: – “Mago, conviérteme te lo ruego en un cazador”.
El mago se le quedó viendo fijamente y de manera sorpresiva lo volvió a convertir en ratón, se había dado por vencido, se le quedó viendo fijamente y expresó con cierto dolor: – “Nada de lo que haga por ti te podrá ayudar, porque siempre tendrás el corazón de un ratón”.

Vamos caminando por la vida ocultando o tratando de ocultar nuestros miedos.
Asumimos roles y nos ponemos mascaras que por el momento nos ayudan a ocultar nuestra realidad.
Vivimos de apariencias.
Mostramos una cara según las circunstancias lo demandan.
Nos esforzamos, compramos y adquirimos para movernos en una sociedad demandante y así estar a la altura y por lo menos sentirnos aceptados aunque en el fondo sintamos frustración y tristeza por la vaciedad que se genera con esta actitud o estilo de vida.
La Biblia nos llama a vivir una vida de sinceridad y contentamiento con lo que tenemos:

“Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.
Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en los muchas codicias necias y dañosas, hunden que un los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los hombres es el amor al dinero, el cual sea codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1ª Timoteo 6:8-10 RV60).

La razón es sencilla: Vivir con una salud emocional y libre de preocupaciones por demostrar lo que no somos y lo que no tenemos.
Nos simplificaríamos más la vida si tan solo regresamos a la sencillez del Evangelio. Gracias por su atención y que tenga un excelente FIN DE SEMANA.


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