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Hace unos días utilice inteligentemente el “¿Qué estás pensando, Brida?” de mi Facebook para preguntar como tenía que escribir y que querían leer en este artículo en particular, pensé en hacerlo como lo abordan la mayoría de mis compañeros psicólogos con un escrito muy formal y puntual, casi como un tríptico informativo, pero la verdad es que no soy así, mi estilo es más bien libre y popular, me siento como hablando en un bar acompañada de una buena cerveza y contándoles lo que el universo me ha mostrado en estos últimos años que decidí ver sus señales. Me complace mucho no ser técnica y que de esta manera traspasemos el papel y las letras para sentirnos más cercanos.

El primer comentario de esta pregunta fue “El Autoestima” y es que les juro que llevó 3 años convencida de que es la base que sostiene nuestras vidas.

Lo curioso es que es una palabra sumamente manoseada y mencionada, pues casi todo el tiempo nos dicen “Ámate, quiérete, cuídate” y si, la hemos llevado por años en los oídos y la mente desde diferentes voces pero lo que no sabemos es por donde diablos empezar. Suena muy romántica la idea, incluso si el amor lo vemos para conquistar al otro.

Las actitudes y palabras de ligue no se acaban cuando vemos a aquel o aquella que nos despierta el santuario de mariposas que habita en nuestro estómago, armamos un plan que supera la Odisea de Homero pero no sucede lo mismo cuando se trata de conquistarnos a nosotros mismos.

La autoestima es fundamental porque en la medida en al que yo me ame, en la medida en la que yo me quiera, que yo respete, es la misma medida que mis relaciones van a reflejar ese respeto y ese amor.

El mayor regalo es amarme, aceptarme y desde aquí genero una realidad de belleza y magia. Todos estamos en este proceso, pues a lo largo de nuestros primeros años no nos enseñan a amarnos y para acabarla desde niños usualmente nos comparan, nos critican, nos juzgan, nos evalúan y llegamos a adultos con la autoestima destrozada.

No hay alguien que se ame plenamente porque venimos muy machacados por la vida. Porque nos han contado que teníamos que sacrificarnos, teníamos que exigirnos, teníamos que demostrar, teníamos que llegar y todo lo transformaron en un debería y no nos han dejado verdaderamente SER.

Y preocupados por cumplir las expectativas de los demás o las exigencias de la sociedad, no podemos disfrutar ni vivir con entusiasmo (que curiosamente esta última palabra etimológicamente significa “Tener a Dios dentro de sí”).

Nadie nos dijo que ya como éramos éramos perfectos, dignos de amor y merecíamos la pena. Nos han enseñado a ganarnos el amor. Hacemos cosas inconscientes para ganarnos el respeto y la admiración de todos y muchos de nosotros a través de este macabro juego es la única forma que descubrimos que somos valiosos porque alguien allá afuera nos lo dice. Y es así como funciona la estructura del ego.

Aquí me detengo a hacer un paréntesis, pues el ego suele confundirse con soberbia pero según el coaching es todo aquello que aprendiste y enraizaste en tu personalidad para poder sobrevivir.

Por ejemplo hay quienes nos matamos sacando buenas notas porque era la única forma en que nuestros papás nos volteaban a ver, hay otros que dejaron de comer, porque era una de las maneras en que papá y mamá estuvieran pendientes de nosotros.

La triste noticia es que esta forma de ego no funciona con todo el mundo. Tú puedes dejar de comer y la gente te pasa de largo.

Pero después de todo ¿Qué hago? ¿Por dónde empiezo? ¿Tengo que emprender la búsqueda del santo grial? ¿Recorrer el camino de Santiago? ¿Bailar a los cuatro elementos? ¡No! En realidad para amarnos es fundamental empezar con el autoconocimiento: ¿Quién soy yo? ¿Desde dónde hago las cosas? ¿Por qué hago las cosas? ¿Qué es lo que me gusta?

Dedique hace unas semanas un artículo con la importancia de saber qué es lo que hay en cada uno de los rinconcitos de nuestro ser, para de esta manera poder escucharme y atender mis necesidades.

En lo personal me ha servido mucho la meditación y es algo que he recomendado a mis pacientes, pues es una maravillosa forma de poder hacer consiente la importancia de cada una de las partes de mi cuerpo y agradecerles los años que han trabajado para mi hasta traerme hasta aquí, además de poder contactar con mi interior, reconocer que es lo que siento, que necesito soltar, que necesito cultivar, tomar la decisión tengo que dar la vuelta a la página o de plano cambiar el libro o detenerme a resaltar una cita.

Este es el primer paso de la autoestima, aquí comienza el camino del amor, al conocerme, reconocerme, sentirme, escucharme y sobretodo en ponerme en primer lugar para atenderme.

Continuará…


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